No tengo media naranja

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—¡Félix, despierta! —me gritó Harmony.

Tapé mi cara con la almohada que tenía a mi lado.

—Félix, por favor deja de ser flojo y ve al manicomio.

—¡Pero es domingo!

—¿Y eso que tiene?

—No puedo ir hoy, Harmony, por favor.

—Nada de suplicas. Te paras, te bañas, bajas, desayunas y te vas, porque yo no te dije que jodieras a ese profesor para ganarte un castigo.

—Es un amargado de mierda, él no me quiere, sólo quiere verme sufrir.

—Sinceramente a ese profesor lo entiendo —rió—. No te lo repetiré más, Félix, si no te levantas ya, te saco de la casa y sabes que no me importa que tengas diecisiete años.

—Maldita vieja amargada —refunfuñé.

Cuando me levanté de la cama me gané un puño en mi brazo derecho parte de mi hermana, y ese había dolido un poco más que los demás.

Empecé a organizar la cama mientras la escuchaba a ella hablar.

—Sólo faltan unos meses para que salgas a vacaciones, despreocúpate.

—Es que estoy muy cansado. El viernes me dejaron muchos trabajos y ayer me coloqué a hacerlos y me acosté muy tarde.

—Lo sé, Félix, pero tú mismo te metiste en problemas y era o que te suspendieran una semana o ir hoy domingo a hacer aseo al colegio.

«Se supone que por algo hay aseadoras allá en ese manicomio y para el colmo... ¡Es un maldito colegio privado!».

—Preferiría pasar fuera de sea mierda una semana.

—Anímate, en las vacaciones vas a Grantham y visitas a nuestros padres y a Calvin.

—¿Vendrás conmigo? —la giré a ver.

Su cabello rubio estaba suelto como siempre, sus ojos verdes estaban fijos en los míos —lo cual me perturbaba— porque siempre era así cada que hablaba con ella, pero eso se le había vuelto una manía desde que tenía memoria.

—Claro que sí, nombre de gato —sonrió—. No los vemos desde diciembre del año pasado.

—Por lo menos es mi ultimo año —me recordé—, y aún creo que o soy gay o no me gustan ninguno de los dos sexos —bromeé.

—Cállate, porque sé que virgen no eres.

—¡No he tenido novia!

—Porque no sales de aquí e ignoras a las chicas que se interesan en ti y a las del manicomio.

—Es que las chicas que he conocido no me llaman mucho la atención —me excusé—, son todas tan iguales, aburridas, normales... ¿comprendes?

—Todo a su tiempo, Félix, sé que nunca has llegado a tener novia pero... recuerda lo que te dije cuando tú tenías como ocho años.

—Pero tengo diecisiete. ¡Diecisiete!

—¿Y? no es el fin del mundo —arrugó su nariz—, por lo menos ya tuviste sexo —y salió de mi habitación.

Nunca se le había quitado lo directa que era y lo agradecía, porque eso yo lo tenía yo gracias a ella.

—¿Estás consciente de que estaba bromeando? —grité—. Obvio y me gustan las chicas.

No recibí respuesta alguna por parte de ella, así que ignoré eso.

Luego de varios minutos alistándome, bajé, desayuné y me despedí de Harmony.

No tengo media naranja [LHC #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora