— Oh, creeme que lo haré.
— ¡Basta! ¡Se acabó! Limpiarán el instituto el sábado en la mañana y punto —dice el director enfadado —. Y cuando digo punto ¡Es punto!
(...)
Abby.
— ¿Bromean? —dice mi madre con una mano en su frente—. ¿Ambos castigados?
Ruedo los ojos para cruzar mis brazos.
— Tu hijita, mamá —habla Mike, sentado junto a mi—, ella fue la culpable de todo esto.
Abro mi boca entrecerrando mis ojos, mirándolo mal.
— ¿¡Mi culpa!? Si tu estúpido amiguito me hubiese dejado de molestar desde el principio nada de esto estaría pasando, listín —espeto.
— Fue culpa de ambos —eleva sus cejas —. No mía ni de los demás.
Lo miro incrédula.
— Claro, ahora cambias de parecer después de que gritaste "¡Guerra de comida!" —digo viéndolo mal.
Él rueda sus ojos.
— Fue un impulso ¿Okay? —dice. Bufo.
Mi madre nos fulminó con su mirada celeste, sobre todo a Mike.
— Es tu primer día en el instituto, ¿Y ya te metes en problemas? —mamá frunce el ceño mirando a Mike—. ¿Quieres que te regrese a Inglaterra? ¿Eso quieres?
Mike niega lentamente con su cabeza en respuesta. Mamá suspira posando una mano en su cintura aún viéndonos como si nos fuera a matar.
— Están castigados —dice.
— ¡Pero mamá! —decímos al unísono.
— Nada de peros ni peras, no habrá fiestas ni salidas hasta el sábado ¿Oyeron? Nada de eso —dice viendonos fijamente.
— ¡Pero mamá! Hoy es el cumpleaños de Sarah, con mis amigas íbamos a ir a celebrarlo —digo—. No me hagas esto.
Ruego con la mirada. Espero que entienda, quiero ir a celebrar el cumpleaños número dieciocho de Sarah juntas.
— Debiste haberlo pensado antes, Abbigail —dice mi madre sentándose en el sofá.
Suelto un bufido.
— ¿Hoy es el cumpleaños de Sarah? —me pregunta Mike extrañado.
— ¿Y a ti que te importa? —lo miro mal—. De todos modos, desde hace mucho tiempo dejaste de sentir cosas por ella ¿No?
Mike aparta su vista de mi para levantarse y dirigirse a las escaleras.
— Estaré en mi habitación —dice.
Esperen... ¿Eso fue un sí o un no?
Hago una mueca y miro a mi padre quien está leyendo un libro sentando en el sofá. Abrí mi boca pero mi padre me interrumpe antes de que salga algo de ella.
— No, Abby, hazle caso a tu madre —dice sin despegar la mirada de su lectura.
Suelto un bufido y me dejo caer en el sofá.
¿Y ahora qué?
Jess.
— Eso es genial —dice mi hermano menor. A lo que asiento haciendo una mueca.
— ¿Genial? Estar castigada no es genial —dice mi madre negando con su cabeza.
— Fue una guerra de comida, y eso fue genial —digo—. Pero la consecuencia que tuvo, no es tan agradable.
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Escuadrón Anti-Chicos© (En edición)
Teen Fiction¿Que sentirías cuando tu vida ya no es como la de antes? Me refiero a que eras feliz y ya no lo sigues siendo. Verán, como muchas personas -no importa si son chicos o chicas- se han sentido atraídos hacia una persona hasta tal punto de enamorarte pe...
Capítulo 4: Castigos y más castigos.
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