Una lenta y malvada sonrisa se extiende por sus labios porque escuchó mis pensamientos. Mierda, me oyó. Eso fue grosero y tengo ganas de hundir mi cara en el fango. ¡Qué vergüenza! Sin embargo, él no se burla de mí. Finge que nada sucedió y le agradezco.

—¿Ari?

Me aclaro la garganta.

—¿Sí?

—¿Puedes hacerme un favor?

—Depende.

—Nada de depende —Se echa a reír —. Necesito que mantengas la calma cuando veamos el entrenamiento de los Persson. ¿Podrás tenerlo bajo control? No quiero exponerte ni convertirte en el blanco de ellos. Son vengativos.

Lo miro insegura.

—Trataré de ser civilizada, pero no prometo nada.

Deja escapar un gran suspiro y me da un apretón en la mano.

—No olvides que estoy a cargo —espeta y se levanta —. Te veo en el desayuno.

Me las arreglo para asentir.

—¿Asher?

—¿Sí?

—Gracias por ayudarme y ser tan gentil conmigo.

La comisura de su boca se curva en otra sonrisa de infarto.

—De nada, bonita.

Me aviento en la cama y miro el techo con una sonrisa de estúpida cuando se retira. Él puede decirme bonita todos los días y a mí no me molestaría.

🌙

Puedo sentirlos mirándome mientras devoro el desayuno. Hoy amanecí muy hambrienta porque anoche rechacé la cena que Andrew llevó a mi habitación. Las tostadas con mermeladas de fresa y mantequilla son deliciosas. La combinación perfecta junto al café.

—Asher me informo que viajarán a Chicago pronto —El señor Aiden se sienta más recto en la silla y luego se endereza la corbata —. No irán solos.

Termino de masticar antes de centrar la atención en él.

—¿Quiénes más irán? —cuestiono, confundida.

Me estudia brevemente.

—Los muchachos aquí presentes —Se refiere a sus otros hijos y me atraganto con una fresa.

Asher me sirve jugo de piña y bebo para calmar mi garganta irritada.

—Conmigo es más que suficiente, papá —dice Asher.

—No, Asher. Es peligroso —insiste su padre —. Me uniría al viaje, pero tengo otros deberes que cumplir aquí.

Axel y Andrew están emocionados, Ashton se muestra indiferente, pero la señora Karlsson no oculta el disgusto. Se limpia los labios con una servilleta y clava el cuchillo en su trozo de bacon. Apostaría que imagina mi cara.

—¿No crees que es mejor esperar a Josh? Es su hija después de todo.

Apenas se da cuenta de cómo me tenso. Ella me considera una carga y me incomoda porque tiene motivos para verme así. He traído inconvenientes en su hogar desde que llegué.

—No es seguro que Josh regrese pronto y es urgente que Arianne hable con su madre —explica Aiden —. No permitiré que ella y Asher vayan desprotegidos.

—Puedo cuidarla bien —murmura Asher.

El latido de mi corazón se duplica en velocidad. A estos hombres les importa mi seguridad a pesar de que no me conocen.

Dulce Maldad [En Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora