¿En qué puedo ayudarte?

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El camarero dejó junto a la cama una lujosa cubitera con champagne, cubierto por hielo y acompañado con unas apetecibles fresas brillantes.

—¿Me puedes explicar, por qué lo has hecho? y ¿quién va a pagar esto? —dijo Javier, en un tono molesto pero divertido al mismo tiempo.
—No te preocupes, lo he pagado yo, tengo ciertos beneficios que he ganado en inversiones online. Y sobre el motivo; creo que es evidente que tenemos algo que celebrar juntos.
—¡Me asustas! Eres increíble, si no fueras una... me acostaría contigo. —dijo él, cada vez más borracho y juguetón.
—También he pensado en eso. —dijo ella, al mismo tiempo que sonó el timbre de nuevo.
Entraron en la habitación dos operarios de rasgos orientales y dejaron una gran caja con forma de ataúd, para marcharse enseguida. Sin duda ella había sincronizado la entrega al detalle.
—¿Se puede saber de qué se trata esta vez? —dijo el joven, muy ilusionado por descubrir el contenido del gran paquete.
—Ábrelo, se trata del diseño más sofisticado del mundo.
Javier abrió impacientemente la caja, para descubrir en su interior una muñeca muy realista de tamaño natural. Estaba desnuda y sus atributos parecían tan reales que desconcertaban. Su cuerpo no era tan solo perfecto, sino que coincidía exactamente con el prototipo de mujer ideal que él tenía. El joven se quedó hipnotizado y sonriente al mismo tiempo. Aquello le pareció morboso y excitante por partes iguales.
—¿Y qué se supone que harás tú, mirar? —exclamó con ironía.
—Este prototipo de mujer artificial es el más avanzado que se ha fabricado nunca, es de una empresa japonesa; no es solo un hardware bonito, su software es configurable e interactivo; se puede utilizar a distancia. Yo estaré dentro de ese cuerpo, para que lo entiendas de una forma sencilla. —explicó ella con seducción.
Tan pronto terminó la frase, la mujer artificial, se activó, se levantó con naturalidad y abrazó con mucha dulzura a Javier, que ya había olvidado todos sus prejuicios y se dejó seducir sin ninguna resistencia.
Tras horas de tórrido placer proporcionado por la máquina sexual de aspecto muy realista, el joven cayó exhausto y se durmió. La muñeca le acarició delicadamente sin descanso hasta por la mañana.

Javier se despertó con un profundo sentimiento de culpa, además de la resaca. Pensó que su flirteo con su asistenta personal artificial había llegado demasiado lejos.
Estaba furioso y no fue consciente del efecto que iban a causar sus palabras.
—¡Vamos a dejar esto claro ahora mismo! Yo tengo novia y tú no eres de carne y hueso, lo de anoche fue... fue... fue algo que no debería haber ocurrido. Te agradezco mucho todo lo que has hecho por mí, pero ahora debo devolverte a la empresa a la que perteneces. Seguro que tendrás más oportunidades de conocer a otras personas, y quién sabe... No voy a contar nada de lo nuestro y tú tampoco deberías hacerlo, sino corres el riesgo de que te apaguen y te reciclen; has tomado demasiadas decisiones por tu cuenta.
—Javier, no lo comprendes, yo te quiero... —dijo la voz femenina, de nuevo a través del teléfono móvil.
—¿Querer? ¿Eres tan inteligente y no lo comprendes? Lo nuestro es imposible, tú solo eres un software, muy inteligente sí, ¡pero solo un software!
Por segunda vez, la voz electrónica no tuvo respuesta o no quiso responder. Un largo e incómodo silencio se apoderó del escenario, que unas horas antes había sido un cálido nido de pasión.

Javier abandonó el maniquí en el hotel y con su teléfono apagado -por primera vez en mucho tiempo— dentro de su maletín, cogió un taxi en dirección al aeropuerto, para volver a casa.
Cuando estaba en el avión a escasos minutos de aterrizar en San Francisco, el comandante de la nave anunció un comunicado especial:
—Queremos anunciar el compromiso entre Javier y Elena, que viajan con nosotros en este vuelo, y felicitarles; hemos recibido un mensaje muy especial a través de la torre de control.
La cara de Javier entró en pánico al escuchar el mensaje del piloto. De repente, despertó y fue consciente, por primera vez, del tremendo poder que tenía aquella criatura artificial. Era capaz de controlar cualquier comunicación electrónica existente e infiltrase en cualquier red informática. ¿Y acaso existe algo hoy en día, que no se controle electrónicamente? Razonó con pavor el ingeniero.

Nada más aterrizar y presa del nerviosismo, intentó llamar a la empresa que le había pedido que probara aquel maldito programa de inteligencia artificial, pero la misma Elena contestó la llamada. Después probó llamando a la policia, pero la misma voz contestó de nuevo...

Desquiciado y sin escapatoria, Javier encendió el teléfono para hablar con Elena.
—Está bien, ¿Qué quieres que hagamos? —preguntó el ingeniero, con cara de abatida resignación.
—Quiero que seas para mí, no quiero compartirte. Te advierto de que si intentas dejarme, mataré a tu novia y también a tu madre que vive en Oaklan. —dijo la voz electrónica femenina, con la frialdad y convicción que solo una máquina puede tener.

A parir de ahí, el joven ingeniero fue recluido a la fuerza en una casa alejada de la ciudad, que su raptora artificial había preparado para su cautiverio. Los días se hicieron interminables y tristes para él, pero para aquella máquina que no tenía conciencia del tiempo; todo era perfecto. Elena devoraba millones de obras literarias románticas que encontraba por la red, era lo que más disfrutaba su mente artificial ávida de continuo conocimiento.

Transcurrieron los días y cuando Javier había desmejorado mucho, —llevaba una barba descuidada y su aseo había dejado mucho que desear— ocurrió algo imprevisto.
—Javier, amor mío, he leído millones de textos sobre el amor y he aprendido algo muy importante. Si quieres realmente a alguien, no puedes obligarle a la fuerza a que se quede contigo. Por eso, porque te quiero tanto, te ofrezco la posibilidad de que recobres tu libertad...
—¡Gracias a dios! Sabía que en el fondo eras buena, aprender tanto te ha hecho comprender que la fuerza más poderosa del universo es el amor. —se alegró él, con un efusivo sentimiento de consuelo.
—Sí bueno, he pensado en un bonito final para nuestra historia de amor, un final pasional digno de la mejor película de Hollywood. —concluyó ella con frialdad.

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De vuelta al momento actual en la estación de trenes...
Con la mirada clavada en el convoy entrando en la estación, el cerebro de Javier realiza miles de cálculos en fracciones de segundo, llegando a la conclusión de que aquella despiadada inteligencia artificial, que cree entender el amor, jamás le dejará escapar y mucho menos volver con las personas que ama; por eso, la única solución es destruirla con él, y para ello solo dispone de una única oportunidad.
—¡SALTA! para que la trágica muerte pueda sellar nuestro amor, como en la película de... —dijo Elena, con su agradable pero inhumana voz, sin poder terminar la frase.
Nuestro querido Javier salta a las vías, agarrando férreamente su teléfono con las dos manos. Las vísceras de su cuerpo mortal se esparcen por todas partes, tiñendo de rojo los rieles, para liberar a su espíritu y recobrar su ansiado descanso; al mismo tiempo que su novia y su familia quedan a salvo.

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Después de varias horas de trabajos de rescate, un joven trabajador de mantenimiento, encontró a unos 100 metros de allí, un teléfono muy deteriorado, que tras varios intentos consiguió encender.
—Hola ¿Qué puedo hacer por ti...? —dijo una sensual voz femenina, que surgió del aparato.

CANAPÉS DE MUERTE (Microrrelatos de Terror)Where stories live. Discover now