—Claro.

—¿Dónde puedo encontrar a Asher Karlsson?

Su expresión amable cambia a una de amargura.

—¿Aún te interesa después de las cosas que dijimos anoche? —Se ríe —. Vaya...

Un escalofrío se extiende por mi piel. Asher me provoca demasiadas emociones y me confunde. Deseo tenerlo muy cerca, aunque por varias razones más. No solo porque me atrae.

—Fue agradable conmigo.

—¿Asher agradable? —bufa —. Lo dudo.

—Veo que no eres su fan.

Encoge los hombros.

—No me gusta su actitud con los demás. Es arrogante e imprudente —masculla —. Si ocurre un desastre, Asher es la razón.

Interesante. ¿Podría ser...? Detente, Ari. No todos son hombres lobos. Calma tu estúpida obsesión de chica rara. Sería decepcionante que el primer chico que llama mi atención sea esa criatura monstruosa.

—Oh.

—No sé porque quieres verlo, pero me veo en la obligación de advertirte. Asher es peligroso.

Lo hace sonar como si fuera el mismísimo Michael Meyers. Conmigo fue lo opuesto a sus descripciones: amable, atento y simpático. Si quisiera lastimarme ya lo habría hecho en el muelle cuando estaba sola e indefensa. Ethan y Lily exageran. Para juzgar a Asher necesito escuchar su versión de los hechos si es que me lo permite.

—Aprecio que te preocupes por mí —Le toco la mano a Ethan —. Es tierno de tu parte, pero puedo cuidarme sola. Necesito ver a Asher por una razón importante.

Se ahorra cualquier pregunta al ver mi cara seria.

—Hay un club de esgrima en el pueblo, Asher suele practicarlo.

—Te debo una, Ethan.

Su sonrisa es una sin ganas.

—No olvides mi consejo.

—Hecho —estiro los brazos —. ¿Vamos por ese café? Tengo hambre.

🌙

Termino el desayuno con Ethan y me dirijo al centro del pueblo en busca del club de esgrima. No me toma mucho tiempo encontrarlo ya que es el único. Los nervios chispean y me muerdo el labio para controlarme.

¿Qué dirá cuando me vea? ¿Creerá que soy una acosadora? He tenido pensamientos sobre él, pero no todas son inocentes. Mi corazón se acelera en su presencia, mi pulso se vuelve errático. Y su olor... ¿Por qué me siento tan cautivada por su aroma?

Mi celular suena en mi bolso y el dolor me atormenta cuando veo de quién se trata.

Mamá.

Debería colgar porque dirá más mentiras, pero hago lo opuesto. Esta vez respondo:

—¿Mamá?

—Dioses, Ari, pensé que nunca me responderías —solloza —. Estás en New Hope.

Me conoce tanto.

—Sí y no me iré si eso es lo que pretendes.

—Sabía que era inútil intentarlo —dice —. ¿Encontraste lo que buscabas?

—Aún no, pero estoy segura de que pronto sí.

—Pierdes tu tiempo, Arianne.

—No renunciaré a esto tan rápido. Las cosas llevan su tiempo.

Dulce Maldad [En Librerías]Where stories live. Discover now