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Capítulo 20: No la dejes ir.

[POV Lauren]

Apagué el motor del coche cuando llegué frente a casa de mis padres, decidí dejar el hotel por esta noche una vez más. Camila no estaba en condiciones para estar en un hotel, cuando podía estar rodeada de mi familia, lo cuál seguramente le vendría mejor. Cogí mi móvil de la guantera y vi como tenía la mirada pérdida, su mano enredando un mechón de su pelo castaño y su cabeza recostada sobre la ventana. No quise decir nada, y me quedé unos minutos más en silencio, observándola. Suspiró y me miró antes de esbozar una fina sonrisa, como salida de su trance. Realmente algo en mi, dolía al verla así, dolía mucho.

—¿Estás bien? —Pregunté. Y me culpe al instante por preguntar algo tan idiota.

—Estoy bien. —Contestó sonriendo y ambas nos bajamos del coche.

—¡Camila! —Gritó mi madre a penas abrió la puerta al ver la morena quien esbozó su más sincera sonrisa y contestó enseguida al abrazo de mi madre. —¿Que tal?

—Bien. —Contesté por ella al verla un poco más incómoda, y entré en la casa seguida de Camila.

Sé que mi madre se quedó extrañada, pero le contaría más tarde lo ocurrido. Jackson estaba tirado en el suelo del salón, sobre una manta de pelo azul, jugando. Y por primera vez en muchos años, vi mi padre a su lado, haciendo el ruido de un camión de bomberos. Jack reía a carcajadas. Mi madre cerró la puerta principal tras nosotras y fue a la cocina, de donde saco un vaso de leche con cacao y unas galletas.

—Aquí tienes, corazón. —Dijo señalando el plato dónde había traído su merienda.

—El primero que llegué se lo come.
—Dijo mi padre levantándose con dificultades del suelo, ya no tenía veinte años, y su cadera daba muchos problemas.

—¡Seré yo! —Gritó Jack levantándose mucho más rápido para correr hasta los brazos de mi madre quién lo cogió al vuelo y le hizo cosquillas.

El niño empezó a reír a carcajadas justo antes de que mi padre también le hiciera cosquillas. Los tres parecían haber pasado una tarde espectacular, y Camila lo notó. Una fina sonrisa estaba pintaba sobre sus labios mientras observaba la escena igual que yo.

—Abuela para que me voy ha hacer pipi. —Dijo el niño, y se dio cuenta enseguida de su error. Se tapó la boca con la mano. —Lo siento. —Dijo bajando la mirada y mis padres sonrieron.

—No es nada malo. —Dijo mi madre antes de besar su mejilla y hacerlo saltar sobre sus piernas lo cual provocó una risa al niño.

Vi los ojos de Camila empezar a brillar y un nudo se formó en mi garganta. Respiro hondo y se volteó hacia mi, para darle la espalda a su hijo quien estaba muy concentrado hablando de superhéroes a mis padres. Su mirada se fundió en la mía, y unas lágrimas asaltaron sus mejillas en completo silencio. Para después dejar aparecer una fina sonrisa. Me perdí en su mirada de nuevo, y es que el color de sus ojos me encantaba. Es raro porque la gente suele decir que mis ojos son hermosos, y lo son, verdes esmeraldas. Pero los suyos, no eran ni azules, ni verdes. Eran color café, café que quita el sueño, café que produce desvelos. Su mano se deslizo sobre su labio inferior, ahogando un sollozo. El café de sus ojos eran ahogado entre las lágrimas, y realmente dolía.

Mire de reojos mi madre quien me miraba el ceño fruncido. De alguna manera extraña entendió lo que quise decirle y asintió antes de empezar a distraer Jack. Acaricié el ante brazo de Camila y la tiré hacía mi para meternos en la salita de estudios que tenían mis padres para los estudios de mis hermanos, sus trabajos o cualquier cosa más. Tenía un amplió vidrio que daba al jardín. Un sofá rojo vivo y una televisión de cincuenta pulgadas. A pesar del escritorio con ordenador de mesa y mil y unos archivos.

Gonna Get BetterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora