Before the light.

     ¿Sabéis esa sensación que se tiene al sentir que lo tienes todo pero que no tienes nada? Eso me pasó a mi cuando perdí a mi mejor amigo. No lo perdí literalmente, solamente se fue de la ciudad a perseguir su sueño. Siempre estuve de acuerdo con él, lo apoyé y lo ayudé en todo lo que pude igual que él conmigo. Me acuerdo de esos días cuando se quedaba a dormir en mi casa y siempre estaba ahí para estrecharme entre sus brazos cuando tenía esas horribles pesadillas. Estuvo junto a mi en mi primer día de colegio y también en el primer día de instituto y me arde el pecho cuando pienso que no estuvo en mi primer día de universidad. Gracias a él superé las pesadillas pero cuando él se fue volvieron a aparecer. Soñaba con que se haría tan famoso que no volvería a visitarme o que no volvería a verme con los mismos ojos. Él me tranquilizaba a través del teléfono, me prometía que jamás me dejaría ni me olvidaría pero con los meses todo aquello se hizo realidad. 

     Pero aquí estoy, he dejado Holmes Chapel hace un año cuando empecé la universidad en Londres y ningún día perdí la esperanza de volver a verle pero cada día era más difícil. Nunca me atreví a decirles que Harry Styles, el famoso chico de One Direction con rizos sexys y piernas de infarto, era mi mejor amigo quizás porque me tomarían por otra de sus fans y me llamarían desquiciada. Ese pensamiento me hacía reír y cada vez que oía "piernas de infarto" o "el chico de los rizos sexys" me entraban unas ganas locas de echarme a reír y muchas veces lo hacía. 

     Junto a mi nueva amiga de la residencia, Jenna, conseguimos entradas VIPs para uno de sus conciertos aquí en Londres. Muchas veces quise ir a uno de sus conciertos, verle ahí arriba con su sonrisa y cantando. Cantando, que es lo mejor que sabe hacer. Pero lo dejé pasar, no quería cualquier entrada, quería esa entrada VIP y ahorré todo lo que pude hasta conseguirla. Jenna era directioner y cada día le gustaba uno de los chicos pero en sus ojos tenía un brillo y una ilusión que solo una fan de verdad podría entender.

     Pero por mi mente sólo podía pasar una pregunta, todas las noches y todos los días, a cada minuto y a cada segundo esa pregunta me retumbaba en la cabeza como un martillo. "¿Sé acordará de ti, Brooklyn?" Esa pregunta que me sacaba de mis casillas y me hacía perder la cabeza.