Capítulo 9 (parte 2)

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En aquella tarde, Atenea había descubierto algunas cosas del compañero de piso de su hermano. No le gustaban prácticamente los dulces, había estudiado literatura y estaba haciendo su tesis con el fin de trabajar posteriormente como profesor de literatura en alguna universidad.

Ella bostezó

-Veo que no toleras el alcohol

-No digas tonterías- apoyó su cabeza en su mano- estoy cansada. No he parado en toda la semana de trabajar

-No deberías trabajar tanto entonces

-Tenía que hacerlo, ese casco no se iba a pagar solo- contestó con los ojos  casi cerrados

Haru se quedó mirando a Atenea.

-Se nota que quieres mucho a tu hermano

-Claro- se estiró en el asiento- es mi hermano.

Aquella declaración no le pilló por sorpresa. 

-Si necesitabais dinero podía haber cooperado con algo en el regalo- le dio un trago a su cerveza

-Queríamos regalarle algo por nosotros mismos- desvió la mirada algo molesta- no queríamos ayuda de nadie más. 

Aquello le sorprendió un poco, su curiosidad se centró en ella. 

-¿de nadie más? ¿a caso os han ayudado?

-Me refiero a que lo queríamos hacer nosotros solos- Se levantó de la silla dirigiéndose hacia la puerta- iré a por unas sábanas para que puedas dormir en el sofá. 

-No hace falta puedo...

-Nop- contestó mientras subías las escaleras. 

Entró en su cuarto cogiendo una sabanas y una almohada. Bajó rápidamente al salón, vio que estaba recogiendo las latas vacías

-No no no no- dejó las sábanas en el sofá y se acercó a paso ligero hasta él impidiendo que siguiera recogiendo- los invitado no deben recoger

-Déjame ayudarte

Aquellas palabras dichas cerca de su oído hizo que un escalofrío recorriera todo su cuerpo. 

-N-no...-comenzó a recoger algo apresurada- ya lo recojo, tu vete a dormir

Atenea notaba el cuerpo de Haru más cerca, su aliento acariciaba su piel.

-¿Siempre eres así de mandona?

-Solo con los cabezotas- cogió las cosas y las llevó rápidamente a la cocina dejando todo en la pila y guardando la comida que había sobrado en la nevera.  Tenía el corazón acelerado.

-¿siempre te sales con la tuya?

Atenea giró sobre sus talones, la cercanía de Haru hizo que intentara retroceder pero estaba acorralada entre él y el fregadero. Se aferró al fregadero sin apartar la vista de aquellos ojos que poco a poco la atrapaban. 

-Siempre que tenga razón- desvió la mirada- y esta vez la tengo

Una pequeña sonrisa se asomó por sus labios. Aquella mirada dejó de ser tan penetrante, su mirada se desvió durante un segundo a sus labios recordando el último beso que se dieron. Aquel recuerdo hizo que su rostro se sonrojara. Su mano se posó en su rostro, estaba paralizada. Sus labios se volvieron a encontrar. Un beso suave, volvió a juntar sus labios con los de ella prolongando esta vez el beso. Comenzó a acercase al cuerpo de Haru, sus manos rodearon su cuello comenzando a perderse en su pelo mientras él sujetaba su rostro.

 Cuando abrió la boca para tomar aire sus lenguas se encontraron comenzando a enlazarse una y otra vez. Sus manos recorrieron su cuerpo hasta llegar a sus piernas, la levantó sentándola encima de la encimera colocándose entre sus piernas.  Introdujo sus manos dentro de la camisa comenzando a acariciar su piel, aquel cuerpo definido del ejercicio; un mano se posó en su vientre y la otra llegaba hasta el broche del sujetador. Ella comenzó a levantarle la camiseta dejando al descubierto sus abdominales.

Adicta a tus besosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora