En aquella tarde, Atenea había descubierto algunas cosas del compañero de piso de su hermano. No le gustaban prácticamente los dulces, había estudiado literatura y estaba haciendo su tesis con el fin de trabajar posteriormente como profesor de literatura en alguna universidad.
Ella bostezó
-Veo que no toleras el alcohol
-No digas tonterías- apoyó su cabeza en su mano- estoy cansada. No he parado en toda la semana de trabajar
-No deberías trabajar tanto entonces
-Tenía que hacerlo, ese casco no se iba a pagar solo- contestó con los ojos casi cerrados
Haru se quedó mirando a Atenea.
-Se nota que quieres mucho a tu hermano
-Claro- se estiró en el asiento- es mi hermano.
Aquella declaración no le pilló por sorpresa.
-Si necesitabais dinero podía haber cooperado con algo en el regalo- le dio un trago a su cerveza
-Queríamos regalarle algo por nosotros mismos- desvió la mirada algo molesta- no queríamos ayuda de nadie más.
Aquello le sorprendió un poco, su curiosidad se centró en ella.
-¿de nadie más? ¿a caso os han ayudado?
-Me refiero a que lo queríamos hacer nosotros solos- Se levantó de la silla dirigiéndose hacia la puerta- iré a por unas sábanas para que puedas dormir en el sofá.
-No hace falta puedo...
-Nop- contestó mientras subías las escaleras.
Entró en su cuarto cogiendo una sabanas y una almohada. Bajó rápidamente al salón, vio que estaba recogiendo las latas vacías
-No no no no- dejó las sábanas en el sofá y se acercó a paso ligero hasta él impidiendo que siguiera recogiendo- los invitado no deben recoger
-Déjame ayudarte
Aquellas palabras dichas cerca de su oído hizo que un escalofrío recorriera todo su cuerpo.
-N-no...-comenzó a recoger algo apresurada- ya lo recojo, tu vete a dormir
Atenea notaba el cuerpo de Haru más cerca, su aliento acariciaba su piel.
-¿Siempre eres así de mandona?
-Solo con los cabezotas- cogió las cosas y las llevó rápidamente a la cocina dejando todo en la pila y guardando la comida que había sobrado en la nevera. Tenía el corazón acelerado.
-¿siempre te sales con la tuya?
Atenea giró sobre sus talones, la cercanía de Haru hizo que intentara retroceder pero estaba acorralada entre él y el fregadero. Se aferró al fregadero sin apartar la vista de aquellos ojos que poco a poco la atrapaban.
-Siempre que tenga razón- desvió la mirada- y esta vez la tengo
Una pequeña sonrisa se asomó por sus labios. Aquella mirada dejó de ser tan penetrante, su mirada se desvió durante un segundo a sus labios recordando el último beso que se dieron. Aquel recuerdo hizo que su rostro se sonrojara. Su mano se posó en su rostro, estaba paralizada. Sus labios se volvieron a encontrar. Un beso suave, volvió a juntar sus labios con los de ella prolongando esta vez el beso. Comenzó a acercase al cuerpo de Haru, sus manos rodearon su cuello comenzando a perderse en su pelo mientras él sujetaba su rostro.
Cuando abrió la boca para tomar aire sus lenguas se encontraron comenzando a enlazarse una y otra vez. Sus manos recorrieron su cuerpo hasta llegar a sus piernas, la levantó sentándola encima de la encimera colocándose entre sus piernas. Introdujo sus manos dentro de la camisa comenzando a acariciar su piel, aquel cuerpo definido del ejercicio; un mano se posó en su vientre y la otra llegaba hasta el broche del sujetador. Ella comenzó a levantarle la camiseta dejando al descubierto sus abdominales.
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Adicta a tus besos
Short StoryAtenea es una chica que por circunstancias de la vida ha tenido que viajar al país natal de su madre junto con sus dos hermanos, Japón. Allí tendrá que rehacer su vida y adaptarse a lo que hay a su alrededor. Será entonces cuando descubra una adic...
Capítulo 9 (parte 2)
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