Decimosexta parte; ¿Puedes olvidarlo?

26 10 2
                                    

~Flashback~
Era una tarde veraniega, cuando jugábamos sobre aquel puente gigante ubicado encima de un río casi transparente. Mis amigos reían a carcajadas, daban volteretas en el aire y finalmente caían en aquellas aguas cristalizadas.

–¡Allá voy!– Gritó Lucas pegando un salto para saltar de aquel puente.

Las caras de ellos se veía iluminadas, felices, empapadas en gotas de agua mientras apretaban sus ojos riendo a más no poder.

–¡Esto es genial!– Gritó Thomas desde abajo. –¡Ahora tú Fabián, Vamos!

Si, como era de esperarse, yo era el único que no había saltado además de Lucía.

–N.no... Yo no...– Murmuré arrugando el borde de mi camiseta con timidez.

–¡Si eres un hombre, salta!– Dijo Lucía poniendo sus manos en sus caderas con firmeza.

–Pero... tengo clase de piano... mamá se enfadará.–

–Af... idiota.– Y dicho esto, Lucía se abalanzó sobre mi, empujándome hacia el agua junto con ella.

¡Clash! Sonaron nuestros cuerpos cayendo en el agua.

–¿Fabián?–

Todos estaban a mi alrededor, o eso vi cuando abrí mis ojos, a mis amigos formando un círculo con sus cabezas pegadas para saber si aún estaba vivo, cuando eres niño exageras todo, no sabía nadar. Al abrir mis ojos pude ver a la única chica en mi grupo de amigos con lágrimas en sus pequeños ojos aceitunados, arrodillada a mi lado esperando a que abra mis ojos.

–¿Fabián?–

Le obsequié una sonrisa sincera, mientras ella pestañeaba con rapidez con su boca medió abierta.

–¡Otra vez!–

~Fin del Flashback~

–¡Nora! ¡Vinimos a vert...– Pero Lucía no pudo parar de hablar, ante nuestros ojos se encontraba nada más y nada menos que nuestra amiga, apenas con unas bragas cafés, luchando contra su sujetador para poder prenderlo.

Un grito aturdidor salió de los labios de aquella chica, mientras intentaba tapar su cuerpo con sus manos.

–Que piel más blanca...– Murmuró Thomas, mientras yo estaba paralizado observando aquella escena.

–¡Olviden eso!– Gritó Lucía golpeándonos a los dos mientras nos echaba hacia las afueras de la habitación.

....

–Nos asustamos al saber que te ingresaban al hospital.– Musitó Lucía sentándose a un lado de la camilla de Nora.

–Tranquila, mi padre es un exagerado, solo me ingresaron para examinarme por si acaso.–

Hice una pequeña mueca mientras observaba a Nora en aquella camilla con la sonrisa más natural que he visto.

–¿Ya te habías desmayado antes?–

–Es la primera vez.– Murmuró balanceando sus piernas a orillas de la cama. –Tenía anemia, así que aprovechando la oportunidad, me van a examinar bien. Creo que me esforcé demasiado.– Hizo una pequeña sonrisa para dejar escapar una risilla. –Entre la práctica del violín, perseguir a cierta persona por todos lados.– Me miró desafiante. –Y el estrés de haber tocado sin ensayar juntos antes...–

–Cierto...– Murmuró Lucía achinando sus ojos para dejar una patada en mi pierna mientras Nora reía a carcajadas saboreando una tarta de chocolate.

No pasamos al concurso principal, no tuvo precedentes, no pararon de pasar cosas, es normal que nos descalificaran, no podían calificarnos, dejamos de tocar en medio de la canción, era lo peor que podíamos hacer, es todo culpa mía.

Y tú no me reprochas nada.

–Ya es hora de irse.– Dijo Lucía. –No es bueno que nos quedemos mucho tiempo.

–¿Qué? Yo me quedo aquí esta noche.– Sonrió Thomas mientras le lanzaba una guiñada a Nora.

Lucía soltó un gruñido mientras arrastraba a Thomas hacia las afueras de la habitación sonriéndole a Nora.

–Adiós Nora, nos vemos en el colegio.–

–¡Adiós!– Ella sacudía su mano mientras se acomodaba en aquella frívola camilla.

Me levanté de la silla donde estaba, acomodando mis cosas para irme.

–Oye...– Dijo ella con una pequeña sonrisa.

Me voltee a verla, me voltee a ver aquellos cabellos rubios alborotados, acompañados de unas mejillas rosadas, y un traje de hospital verde agua que seguro le quedaba más grande que una camiseta mía.

–¿Ya tocas el piano?–

¿Ya toco el piano? Imágenes de la espalda de Nora frente a mí, tocando frente a cientos de personas me vino a la cabeza, la desesperación, aquel cabello revoloteándose de aquí hacia allá.

Sería mucho más fácil si me culparas.

–No, no lo toco.–

–¿Por qué?– Su voz sonaba apagada, apretaba las orillas de su ropa como cuando me pidió que toque con ella.

Bajé mi mirada, y ella subió la suya.

–Es como si mi única cualidad fuera el piano.–

–¿Y qué tiene eso de malo?– Hizo una pequeña mueca. –¿Tú puedes olvidarlo?–

Me voltee a verla justo cuando ella no veía, parecía que no quería verme. Después de un tiempo te vuelvo a ver, busqué tus ojos sin saber qué hacer, que decir ni en qué dirección correr. De esas tres opciones, como es normal en mi, decidí huir, dejando a la violinista espontánea de ojos cafés, sentada en una camilla de hospital esperando una respuesta que jamás fue dada.

...

–¿De qué hablabas con Nora?– Murmuró ella levantando su cabeza para mirarme.

–¿Qué? De nada importante.–

–Entonces puedes decírmelo ¿Verdad?–

–Alysson ¿Quieres que nos veamos o no?– Se escuchaba a Thomas hablar por teléfono a lo lejos.

–Me preguntaba si lo único bueno que tengo es el piano.– Musité.

Ella sonrió y me dio un leve golpe en mi hombro.

–Para nada. Tienes un montón de cosas buenas, por ejemplo...– Y se quedó pensando. –¡Mira el cielo! ¡Las nubes grises se están despejando!– Genial.

Su mentira de Eneroजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें