Segunda parte; Rompiendo los sueños de mi madre

60 13 0
                                    

Matemáticas y Trigonometría, vaya dúo más aburrido.
Veo a mis alrededores, parece que nadie está prestando atención, siento mis párpados pesados, quiero dormir. Miro a Lucía ¿Qué está escribiendo? El profesor no ha mandado copiar nada. ¿Y Thom...? Ah, ya veo, le ha mandado una notita a Thomas.
No puedo dejar de pensar en lo que me ha dicho Lucía ¿Por qué mis ojos habrían de brillar? Es la metáfora más idiota que he oído en mi vida.
"Sofía dijo; En cuanto lo conocí, mi vida cambió. Lo que veía, lo que escuchaba, lo que sentía. Todo comenzó a cobrar color."
Sin embargo yo... Lo veo todo en blanco y negro. Como la partitura. Como el teclado.

Flashback
Mis oídos estaban tapados ¿Qué me está ocurriendo? Sostenía los lados de cabeza intentando escuchar algo, estoy nervioso ¿Mamá?
Mis brazos se hallaban sobre el piano la gente me observaba, menudo espectáculo, un niño conocido como una máquina del teclado, perturbado y perdido, frente a sus espectadores.
Las lágrimas recorrían mis mejillas, rojas, empapadas, ardiendo como brasas. Mamá ¿Dónde estás? Te extraño, te necesito, no puedo sin ti.
Lucía me observaba desde su asiento con ojos lagrimosos, cristalizados, duros y abiertos, asombrada. No puedo describir las facciones de su rostro, no puedo estar más asustado.
Fin del Flashback

En la primavera de mi onceavo cumpleaños, dejé de tocar el piano.

Ya había terminado la clase de matemáticas y yo aún estaba en el aula con mis audífonos, escribiendo quién sabe qué en mis cuadernos, dibujando garabatos.
La puerta se abre, le restó importancia y sigo con lo mío, no tengo ganas de hablar con nadie.
-¡No me ignores!- Al instante que escuche eso sentí un golpe algo fuerte en mi nuca. Lucía.
Me di la vuelta y no había nadie, nada más que una pelota rodando en el piso. Froté la parte trasera de mi cabeza buscando a Lucía con mis ojos.
-Mierda Fabián, pero que reacción más aburrida.- Salió de atrás de uno de los bancos sentándose delante de mí y apoyando sus antebrazos en él. -¡¿Qué hay de tu juventud?!- Me señaló con firmeza. -¡Nunca habrá otra primavera a los 16 años!- Chilló. -¿Qué estás escuchando aquí tan solo?- Y seguido de eso se colocó uno de mis audífonos en su oído derecho.
-No estires tanto.- Rodé mis ojos. El cable no era tan largo, y casi quita el audífono izquierdo de mi oreja.
Nos quedamos en silencio un buen rato, estaba algo incómodo, me parecía un poco extraño que Lucía se quede conmigo en vez de estar con sus amigas, o con Thomas jugando fútbol. Lucía volvió a hablar luego de un rato, a veces agradezco de que no pueda mantenerse callada un segundo.
-Fabián, mañana sábado estás libre ¿Verdad?-
-No lo decidas por mi.-
-Bien ¿Tienes planes?- Maldita, su sonrisa malévola la delata, sabe completamente que soy un solitario que se la pasa los sábados metido en su casa mirando películas por internet.
Fruncí mi ceño, supongo que eso lo decía todo.
-Una chica de mi clase me pidió que le presentara a Thomas.- Sonrió. -Y quedamos en que nos veríamos mañana, ven tú también.-
-¿Qué? ¿Y yo por qué?-
-Si solo vamos Thomas, esa chica y yo, sentiré que sobro. Porque seguro se ponen románticos. Si somos dos y dos, será perfecto. Además... -Pausó la canción y levantó su vista hacia mi. -Esa chica toca música clásica.- Eso último me ha hecho paralizar, y creo que ella lo ha notado, siento mis manos sudorosas ¿Por qué esto me afecta tanto?
Puso una sonrisa de feliz cumpleaños y apoyó su codo en el banco, apoyando su cara en su mano.- Tú tocas el piano, será bueno tener un tema de conversación en común. Así sí la conversación se estanca, podrán hablar de instrumentos, o algo.
Sonreí débilmente, y volví a reproducir la canción.
-Yo... Dejé el piano. Hace cinco años que no toco.-
-¡Mentiroso! ¡Ayer estabas tocando en la sala de música!- Volvió a ponerle pausa a la música. ¿Cómo no recordarlo? Aún siento la pelota golpeándome en la sien. Si, además de romper la ventana de la sala de música, me rompió la cabeza.
-¡Era para el trabajo!- Refunfuñé.
-¿Trabajo?- Ahora lucía desconcertada.
-Si. Copio de oído la música en las partituras, para el karaoke.- Nuevamente, volví a reproducir la música.
-Si lo puedes hacer en clase, no hace falta tocar el piano.
Suspiré.
-Solamente estaba comprobando el sonido.-
-Umh... Pero hay muchos otros trabajos.- hizo una sonrisa ladeante. -A mí me parece... Que intentas aferrarte desesperadamente. Lucias mejor cuando tocabas el piano.-
¿Aferrarme? ¿Por qué me aferraría al piano? Solamente lo tocaba por mi madre, para hacerla feliz a ella.
-Era el sueño de mi madre.-
Quería criarme para que fuera un pianista que recorriera todo el mundo. Las lecciones de música que me daba mi madre, duraban horas y horas cada día. Me pegaba, y me gritaba. No me perdonaba nada aunque llorase.

Flashback
-Actuarás en Europa en mi lugar.- Su mirada me intimidaba. Tenía sueño y me dolía mi cuerpo. Sentía como mis mejillas y manos ardían a causa de sus golpes, pero no me importaba.
Levanté mi mirada, mis ojos se posaron en los suyos, y una sonrisa se escapaba de mis labios mientras frotaba uno de mis ojos con mi mano, y una lágrima caía del otro.
-Si eso te hace feliz, si así te mejoras, me esforzaré.-
Fin del Flashback

Ella estaba enferma, y tal vez no me esforcé lo suficiente, tal vez no di lo mejor de mí, seguramente no fui el mejor hijo del mundo, ni logré hacerla feliz.
Hace cinco años, cuando podía participar en un concurso Europeo, mi madre murió.
Odio el piano, y si aún sigo aferrándome a él, seguro es porque ya no tengo nada, sin el piano estoy vacío, solo queda un desagradable eco.

Su mentira de EneroWhere stories live. Discover now