Su mentira de Enero

Primera parte; El amor de mi vida

-¿Cuándo vuelve tu padre?-
-Umh...- Mis manos viajaban hacia los bolsillos de mis pantalones -En uno o dos meses, supongo.-
-¿Todavía no sabe?- Su ceño se fruncía levemente.
-No, porque depende del trabajo.-
-Claro...-
-Si pasa algo, siempre contaré con tu familia.- Esbocé una pequeña sonrisa. -Ya me acostumbré a vivir solo.
Ya estábamos en la puerta de la casa de Lucía, la cual quedaba a un lado de la mía.
-Bueno, hasta mañana.- Sonreí levemente mientras movía mi mano en forma de despedida.
-¡Hasta mañana!-

~Narra Lucía~
Me despedí de Fabián en la puerta de mi casa. Unos segundos después, cuando estaba buscando mis llaves, escucho mi teléfono sonar.
-¿Si? ... ¡Lo siento! Pensaba decírselo hoy, pero se me olvidó... ¡Si! Mañana se lo diré sin falta... No te preocupes, si se lo pido yo dirá que si... Si, estoy segura, así que tranquila.-
Colgué mi teléfono, no me sentía con ganas de hablar sobre ese tema.

~Narra Fabián~
Mi casa es muy solitaria, la soledad es mi segunda mejor amiga.
La gente cree que estar solo te hace solitario, bueno, eso puede tener un poco de lógica pero yo no creo que sea cierto. Estar rodeado de la gente equivocada, eso, es lo más solitario en el mundo.
Es como... El supuesto amor de mi vida, la soledad me ha acompañado cada vez que mi padre se ha ido por su trabajo. Ella es incondicional, mi fiel compañera, siempre está presente cuando es necesario. Podría arrullarme en sus brazos e invernar hasta que el sol de alguna primavera confundida se asome por mi ventana.
¡Oh! Mi querida soledad, siempre austera y tan callada... Bienvenida al resto de mi vida.
Basta Fabián, no eres Shakespeare.
Montones de libros tirados por toda la casa me esperan acompañados de una fría oscuridad, hogar dulce hogar.
Me quedo estático unos segundos en el marco de la puerta observando mis alrededores, y suelto un leve suspiro.
-Ya estoy en casa... -Mi mirada se centra en un cuadro justo frente a la entrada de mi casa, el único que tengo de ella. -Mamá.-