Al ver el recelo todavía en el rostro de su esposa, Robin quiso justificarse

«Regina...perdona a mi mujer, ella todavía no comprende...»

La alcaldesa lo interrumpió

«No, Robin. Todo está bien. Yo en su lugar no me acostumbraría tan fácilmente a la idea de que la peor persona del mundo hubiera cambiado de un día para otro» Regina quiso tranquilizarlo «Mis más sinceras disculpas, Marian. No necesito alargarlo más» por primera vez Regina bajó la cabeza ante alguien con humildad.

La esposa de Robin Hood permaneció callada

«¿Es verdad lo que pasó con Emma?»

Regina se quedó sorprendida ante la pregunta de Robin

«¿Emma? ¿El qué?»

«Supimos que la hirieron»

«Ah, sí...Emma fue herida, en el puerto. Un disparo en el hombro»

«¿Y cómo está?» Marian se mostró preocupada

«Está bien. Creo» respondió la alcaldesa, pellizcándose los labios.

Por un momento Regina pensó en si la pareja que tenía en frente sabía lo que había pasado entre ella y Emma. En aquel momento, desconcertada, prefería que ellos estuvieran ajenos a todo aquello.

«Espero que mejore» la señora Hood dejó escapar. A fin de cuentas, Emma había tomado la decisión de traerla para ese mundo y salvar su vida, le estaba agradecida a la Salvadora.

El clima no era propicio para seguir con la conversación. Roland ya tiraba de la falda de la madre pidiendo marcharse.

«Si la ves, dile que deseamos que se mejore, ¿sí?» dijo Robin y sonrió sin mostrar los dientes, cubriendo la evidente incomodidad de segundos antes. Miro a Marian, y le dio la mano «¿Vamos?» ella y Roland asintieron «Tú también, Regina, cuídate»

Regina Mills no respondió. Les dejó pasar a los tres, y estos siguieron su camino bajo la sombra de los árboles cuyas hojas caducas y secas formaban un camino en el suelo. Lo mismo que ella hizo con Emma Swan cuando, hacía algunos días, las dos buscaban a Henry. Otro recuerdo más que la desafiaba a asegurar sus emociones.

Mientras la familia desaparecía por el camino, Regina hizo lo mismo por el lado contrario. Se acordó de una cosa que tenía que enmendar y debía hacerlo pronto.

Ya de noche, en unos de los callejones de la ciudad, desde donde Killian Jones miraba hacia Granny's, el hombre que disparó a Emma estaba acechando el lugar, esperando el momento para entrar. Ya era casi la del cierre y pronto Ruby y su abuela apagarían las luces del establecimiento para irse a dormir.

Vistiendo ropas diferentes a las habituales, el capitán vio con su catalejo cómo el cartel de "abierto" era girado a "cerrado". Era el momento propicio para poner en práctica un plan estrafalario. El último antes de marcharse definitivamente de allí, ya que sabía que su cara estaba estampada en las farolas y los escaparates de la ciudad con la palabra: Forajido. Ahora era oficialmente un bandido. Dejarse ver le podría costar caro, ya había perdido mucho tiempo en Storybrooke, pero sus razones se resumían en una sola persona: Emma Swan.

Se puso los guantes de cuero, ya estaba listo para cruzar. Lo hizo con cautela, mirando hacia los dos lados de la calle. Su diana sería la frágil puerta de la entrada, que abriría con una sencilla horquilla.

Estaba metiendo la fina pieza de metal en el hueco de la cerradura cuando una voz de mujer, potente, resonó a su lado haciéndolo saltar del susto.

STARTING TO FIND THE LASTING LOVEWhere stories live. Discover now