Capítulo 22

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Entre risas ahogadas y caricias más osadas, Emma y Regina dividían el espacio en la cama de la alcaldesa como se compartieran aquello desde hacía mucho tiempo. La Reina descendió sus labios por el abdomen de Emma que aguantó la respiración para controlar la ola de escalofríos que recorrió todo el resto de su cuerpo. El brazo ya recuperado de Regina subió por un lateral del cuerpo de la rubia taimadamente hasta encontrar una de las manos de Swan. Los dedos se entrelazaron unos con otros en el momento en que Emma emitió un suspiro prolongado por el placer excesivo que sintió cuando la punta de la lengua de su amada rodeó su vientre.

Regina interrumpió esa caricia osada para besar cada pulgada de piel que antecedía a las curvas de las piernas de Emma, y fue descendiendo por ahí hasta encajarse entre ellas y clavar sus uñas de la mano libre en el muslo definido que encontró en reposo a su lado.

Hizo una caricia demorada y cuidadosa en mitad de su cuerpo, como si besase la propia boca de Swan, sin prisa alguna. Conforme continuaba, Regina hizo que su enamorada levantara esa parte del cuerpo hacia ella como señal de entrega. Emma comenzaba a responder con suspiros largos, pero un poco más tarde, esos suspiros se transformaron en un gemido nada tímido que la dejó con la boca entre abierta soltando el aire que desde ese momento comenzó a faltarle en los pulmones. Emma apretaba los ojos cerrados mientras giraba la cabeza de un lado para otro, absorta en las sensaciones que hacían que su corazón latiera cada minuto más aceleradamente. Regina, desde donde estaba, la miraba con ojos de fiera, empeñada en continuar con su prolongado beso en los labios de abajo, que se transformó en un movimiento zigzagueante gracias a la punta de su lengua, y allí donde Emma estaba latiendo ella comenzó a trabajar más dispuesta, haciendo que la amada respondiera tomando aire y tensándose por entera.

Las manos unidas se apretaron de nuevo, Emma sintió una fuerte vibración cubrir todo su cuerpo y resonó entera por dentro. Era la segunda vez que sentía aquello esa noche.

Las dos se encontraron para un beso, y el gusto que las envolvió fue el de Emma. Se restregaban de forma placentera una encima de la otra, hasta que sintieron frío y cansancio de amarse de esa manera. Buscaron las sábanas de seda de la cama de la Reina y en ellas se enroscaron mientras no paraban de intercambiar húmedos besos.

«Creo que el brazo de alguien ya sanó...» susurró Emma entre beso y beso

«Sanó gracias a ti» Regina respondió en el mismo tono

«Me vas a hacer una consentida, ¿sabías?»

«No me importa. Consigues ser un amor de todas las formas» sonrieron juntas. Regina pasaba su dedo por los contornos de la nariz y de la mandíbula de Swan mientras la devoraba con la mirada, estaba encima y de tan cerca que estaban era más fácil admirarla. Era la primera vez que confirmaba la belleza de Emma, no solos en los ojos, sino en toda ella.

Llevaban amándose desde comienzos de la noche, después de cenar y conversar. Ya hacía una semana desde el encuentro nada casual entre Regina y Robin, que dio como resultado un brazo magullado y un pirata colérico. El mismo al que no se le ha visto más rondando alrededor ni de Emma ni de su familia. Regina temía que el Capitán Garfio la persiguiese y le hiciera daño, y temió aún más cuando se acordó del contacto que el hombre mantenía con Henry, con quien tenía una especie de amistad.

Mientras recibía las caricias de las manos de Emma, continuaba mirándola a la cara sin conseguir esconder el fruncido de su ceño al acordarse del pequeño problema.

«Hey, ¿qué ocurre?» Emma percibió algo

«¿Qué ocurre de qué?»

«Tú. De repente has cambiado»

STARTING TO FIND THE LASTING LOVEWhere stories live. Discover now