Emma volvió a casa, y se encontró a sus padres y a su hijo que respiraron aliviados al verla entrar.

«¡Emma! ¿Dónde estuviste toda la noche? Te llamamos muchas veces, tu padre me dijo que habías ido a casa de Regina, ¿estuviste allí todo este tiempo?» Snow fue la primera en avasallarla a preguntas, con Neal en su regazo.

«¿Mamá?» Henry se levantó de la mesa y caminó hacia su madre «¿Estuviste con ella, no?» el muchacho tenía un brillo extraño en su mirar.

«Sí, Henry, estuve con ella»

Swan se encontró frunciendo el ceño como si aquella afirmación que acababa de hacer fuese muy extraña.

«¿Toda la noche?» Charming puso una cara tan cómica como la de la hija.

«Sí. Tuvo un problema...»

«¿Todavía está mal?»

Henry estaba preocupado.

«Ahmmm...bueno...se sintió mal, pero mejoró. Eso fue, por eso me quedé allí, por si me necesitaba»

«Entonces, ¿te recibió? ¿Sin lanzarte bolas de fuego o explotar tu cabeza?» se sorprendió Snow.

«Sí, sin lanzarme bolas de fuego o explotar mi cabeza, lo máximo que me tiro fue una almohada»

«¿Almohada?» preguntaron los otros tres a la vez

«Sí» Emma cogió a Henry del brazo «Chico, vamos a hablar un momento, solos tú y yo»

Ella hizo una seña para los padres que asintieron.

«Claro, vamos a Granny's, ¿después nos buscan allí?» Snow colocó a Neal en el carrito y caminó hacia la puerta mientras hablaba.

«Sí, iremos para allá» Swan asintió, viendo a su madre, a su padre y a su hermano salir del apartamento, estaba sola para conversar con su hijo.

«¿Ella habló contigo?» Henry se sentó en una silla frente a Emma en la mesa.

«Conversamos. Está bien y quiere verte»

Emma se sentó y suspiró después de hablar. El chico abrió su boca en una sonrisa.

«¿En serio? Iremos»

«¿Iremos?» Emma se dejó caer en la silla «¿Por qué iremos? Ella quiere verte a ti, no a mí»

«Claro que iremos, mamá. Pasaste la noche con ella, estará bien que aparezcas de nuevo»

La rubia sonrió sin mostrar los dientes, los ojos dejaban ver la ternura hacia el chico.

«Henry, hablamos poco, y prometí no volver a pisar aquella casa»

«¿Lo prometiste? Entonces, ¿no hicieron las paces?»

«Bueno, es difícil de explicar. Nos entendemos, solo que no...»

El muchacho pareció decepcionado.

«No es así como lo planeé» refunfuñó bajito

«Sí, tú me hiciste ir hasta allí, ¿no? La nota, nosotras desconfiamos»

«Fui yo, pero quería que ella te entendiese»

«Ella comprende Henry, no me quiere hacer daño a pesar de todo, solo que no hay nada que nos aproxime sino tú, tú eres nuestro único vínculo»

El cerró los labios insatisfecho.

«Bien»

«Hey, no te pongas así. Tú creíste que ella había cambiado, ¿no es verdad?» Emma extendió sus manos para tocar las del hijo por encima de la mesa.

«Ella cambió, estoy seguro. Solo está dolida»

«Es lo que yo también creo»

«Me gustaría que fueseis amigas»

«Tal vez un día, chico, tal vez»

Emma sonrió bondadosa y apretó las manos del muchacho entre las suyas. Su pensamiento es una utopía, como si una amistad entre Regina y ella fuese algo que pudiese existir en algún mundo. Le agradó cuidar de ella esa noche, estaba casi cerca de confesarse a sí misma que adoró velar el sueño de la Reina Malvada, pero le costaba aceptarlo en su obstinada cabeza, en eso se parecía a Regina, eran dos cabezas duras.

Más tarde, en Granny's, con más movimiento que de lo normal en una tarde de sábado, la familia Snow White planeaba la mudanza para una casa más grande. Henry mencionó una casa cerca de la calle donde vivía Regina, los tres adultos se miraron, Emma sintió un frío extraño en la barriga al imaginarse viviendo cerca de ella y al mismo tiempo le agradó, costándole admitirlo.

Mientras estaban hablando, la campanilla de la puerta sonó. El sonido de unos pesados pasos de botas de cuero llamó la atención de todos que, en su mayoría se espantaron al ver la figura que surgió. Era Regina, vistiendo su habitual traje chaqueta oscuro, la ropa habitual de alcaldesa. En su rostro el maquillaje había vuelto hacer acto de aparición, ojos resaltados en negro y lápiz de labios rojo sangre. Mostrando su postura incorregible y superior, Mills buscó con su mirada, en medio de tantos que estaban observando su repentina aparición, alguien le sonrió y la llamó desde el fondo, Henry.

Consiguió sonreírle y el murmullo dentro del local cesó ante la visión. En cuanto miró para su hijo, pasó los ojos por la mesa y se encontró con la rubia a su lado, intentando no mostrar la alegría que sentía al verla allí, pero era tarde, Regina consiguió percibir el brillo en su mirada en cuestión de segundos.


STARTING TO FIND THE LASTING LOVEWhere stories live. Discover now