33.TODOPODEROSA

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Comprendí que, después de haber pasado por la experiencia de vernos en el hospital a Daniel y a mi, lo único que retenía a Alycia de aceptar la oferta es que tenía miedo de dejarnos solos. Mi querida Alycia y su instinto protector. Pero Eric ya no estaba. No había nadie que quisiera hacernos daño. Por eso cuando le hice entender que todo estaba ya bien, Alycia dijo sí. Teníamos dos meses antes de que ella se fuera a Australia y en ese tiempo nos amamos de forma apasionada y casi febril. Cada día con ella era un emocionante viaje a su corazón.


Me perdía en su cuerpo y en el límpido candor que destilaban sus ojos. Mi propio cuerpo se desdibujaba bajo sus manos y sus largos y expertos dedos modelaban cada día una versión mejor de mi. Alycia hacía que yo quisiera ser mejor persona. Porque yo quería ser lo suficientemente buena para que ella quisiera llevarme prendida en su piel.  Aprendí a acariciarla con la mirada y a susurrarle con el alma.  Y supe que ella era definitivamente mía. Nada ni nadie iba a separarnos y con ese convencimiento la despedí en el aeropuerto, mientras ella y Daniel se deshacían en lágrimas.


El lento pasar de los días fue mitigado por mi propio trabajo y la ilusión que ello trajo de nuevo en mi vida. Me encantaba la serie en la que participaba, me encantaba el reparto y me encantaba mi vida. Pero echaba a Alycia de menos con cada terminación nerviosa de mi cuerpo y esperaba con ansia el reencuentro.  Cuatro meses físicamente alejada de la persona que amas en lo profundo, dan para pensar mucho, para analizar todos los escenarios posibles e imaginar todas las situaciones.  Y yo ya tenía muy claro cuál quería que fuera mi nueva situación en cuanto Alycia regresara.


Daniel y yo estamos en el aeropuerto y los paneles indican que el vuelo procedente de Sydney está aterrizando en ese momento.  La exasperante cadencia con la que pasa el tiempo me tiene descompuesta.  Por fin, se abren las puertas y comienzan a salir los pasajeros tirando de sus carros repletos de equipaje. La distingo en cuanto traspasa la puerta y siento un vacío sordo en el estómago, un hormigueo pertinaz que yo sé que sólo calmaré en la calidez de sus brazos y en la certeza de sus besos. Entonces, ella también se fija en nosotros y veo la primera lágrima asomando a sus ojos, esos verdes y cautivadores ojos, que ya susurran a los míos. En ese momento Daniel la ve también y comienza a culebrear entre mis brazos para que lo baje al suelo.


-¡Alysia!   -grita y se desprende de mi abrazo mientras corre a su encuentro.


Alycia abre sus brazos y Daniel se lanza a ellos como si no existiera el mañana.  Manitas pequeñas y besos sonoros por el rostro de mi novia, que no aparta su mirada de la mía mientras se deja achuchar por mi pequeño, que lagrimea sin poder sujetar la emoción.  Me acerco y me incluyen en el abrazo.  Me estrecha fuerte y me susurra al oído  "Dios, qué guapa estás. Cuánto os he echado de menos".   Y ese vacío en el estómago y ese hormigueo que siento desde hace rato arrecian mordiendo mis tripas hacia arriba, abriéndose paso hacia mi corazón y hacia mi alma, donde las cosas incorporeas se enganchan,  donde su amor ha echado raíces.   Mantiene a Daniel entre sus brazos y yo me adueño del carro mientras los tres avanzamos hacia el aparcamiento,  Daniel con ojos llorosos todavía acurrucado en su cuello,  fuerte, muy fuerte y yo disfrutando del tacto suave y cálido de su mano sobre la mía.  Tiene la piel bronceada y está arrebatadoramente guapa, deseable hasta la locura.


Nos dirigimos al coche y mientras yo guardo el equipaje en el maletero ella ata a Daniel en su sillita. Observo que de su bolsillo salen un par de animalitos de plástico de los que tanto le gustan al niño y no puedo evitar mirarla con la ceja levantada pero con todo el amor que tengo, porque sé que ella ha echado tanto de menos a Daniel como el pequeño la ha extrañado a ella, y tengo que dejar que lo consienta.  Engancha un usb con canciones infantiles al equipo de música.  Y mi ángel rubio, mi deliciosa novia y yo cantamos a voz en grito estribillos infantiles donde monos saltan en la cama,  elefantes se balancean en la tela de una araña y pequeños ratoncitos se esconden debajo de botones del señor Martín.

ANTES DE AHORA(ELYCIA  AU) COMPLETAWhere stories live. Discover now