3.ABRAZOS QUE NO TENGO

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Recogí mi bandolera y salí a la calle. Dejé que el aire fresco de otoño me inundara los pulmones. Varias veces.   

Alycia Debnam-Carey...   

 Caminé sin rumbo, ensimismada. De repente levanté la vista y me encontré delante de una cafetería. No había comido nada y no sabía si podría hacerlo.  Me senté; pedí un zumo, un sandwich y la contraseña de la señal wifi.   Saqué el ordenador de mi bandolera y me conecté.  Eran las tres de la tarde del viernes en Los Ángeles, por tanto,  en Melbourne eran las nueve de la mañana.  Abrí el Skype. Quería hablar con Daniel, quería ver a mi niño. El era casi lo único que en esos momentos me mantenía cuerda, lo único que me hacía aferrarme a la vida y a la esperanza.


—-Hola mamá  —exclamé con los ojos casi vidriosos cuando la imagen de mi madre me saludó desde el otro lado del ordenador y del mundo.

Hola Eliza, cariño. Te iba a preguntar qué tal estás, pero no hace falta, lo llevas escrito en la cara —dijo mi madre apenada—.  ¿Qué está pasando? ¿Eric te ha vuelto a molestar?

No, mamá.  Eric no se ha acercado a mí desde que tuvo que pasar la noche en el calabozo al incumplir la orden de alejamiento   —la tranquilicé.

-Entonces, ¿qué tienes cariño?  ¿Por qué estás a punto de llorar, mi amor?   —me pregunta.

Pues porque todo va despacio. Todavía no se han vendido nuestras propiedades. John me dice algo de que sobre ellas pesa una orden de embargo que está intentando negociar. Y a mí no me está resultando sencillo encontrar trabajo. Llevo mucho tiempo retirada sin hacer nada y aquí,  ya sabes que si no estás, no existes.

-Tranquila, cariño. Todo se irá arreglando poco a poco, con calma.  John conseguirá que puedas disponer de tus propiedades . Eres maravillosa, cariño, y algún publicista o algún director de casting se va a dar cuenta pronto. Todo llegará, mi vida    —me decía convencida mi madre.

Ese es el problema, mamá, sé que mi vida se irá normalizando, pero no sé cuándo.  Y yo desearía que fuera rápido.  Necesito a Daniel a mi lado.  Me mata tenerlo tan lejos.  Me mata teneros a todos tan lejos —dije mientras una lágrima furtiva escapaba de mis ojos.

Lo sé, cariño, pero debes pensar que Daniel está bien. Anda, límpiate bien esos ojos y cambia de expresión, que oigo pasos por las escaleras y me temo que es tu fierecilla que baja como un vendaval. Sabes que en cuanto me vea delante del ordenador, va a venir corriendo?   —me dijo mi madre con una sonrisa. La sola mención de mi niño hizo que mi rostro se relajara y una sonrisa se pintara en mis labios y hasta en mis ojos.

Hola abu   —escuché a lo lejos—. Benos días —oí su voz cantarina.

Hola diablillo   —oí a mi madre—.    Ven, mira con quién estoy hablando

—(Vi aparecer su sonriente carita en una esquina de la pantalla y enseguida oí estamparse sus labios primero en la mejilla de su abuela y luego en la pantalla del ordenador) ¡Hola, mami! Muuuuuuacc.

¡Hola cariño!   —le respondí—.  ¿Qué tal estás?

Muuuuuuu bien. Voy a la playa . Voy a hacer sur    —me dijo entusiasmado.

¿Vas a aprender a hacer surf?    —le digo sonriente.

Siiiii, voy a hacer sur   —repite contentísimo mientras aplaude y salta a la vez.

ANTES DE AHORA(ELYCIA  AU) COMPLETAWhere stories live. Discover now