19.HASTA AYER

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Cuando mi vida y mi cuerpo se rompieron, mi tío John tramitó una denuncia y una orden de alejamiento para Eric. Tras la paliza que me propinó fue detenido y a raíz de que lo retuvieran en comisaría, se destapó todo. Sus padres fueron llamados. Rápidamente acudieron con un abogado y todo quedó en sus manos. Consiguió que quedara en libertad vigilada, por ser su primer delito, por haberlo cometido en un estado de enajenación mental transitoria sucedida bajo los efectos de sustancias estimulantes (esos tecnicismos estúpidos que encubren a los cobardes que corren a hostias a la gente más débil y vulnerable, esos tecnicismos que cubren lo que ni el alcohol ni la cocaína ni nadie en su sano juicio puede justificar que haya sido hecho, ni una vez ni veintiuna...). En fin, Eric no sólo consiguió salir con sólo un tirón de orejas de su suceso conmigo, sino que el abogado enseguida llegó a un acuerdo con la empresa para que el padre repusiera el dinero desfalcado y aquí paz y después gloria. Al fin y al cabo, mi suegro era un político reputado que optaba a un puesto de senador.  Y todo el mundo sabe lo conveniente que es que un político esté agradecido contigo.  Se salvó de todo.  Al estúpido de mi marido todo le resbalaba. Luego empezaron a acosarle una cohorte de acreedores,  por diversos préstamos y deudas contraídas y yo me vi vapuleada por segunda vez.  Nuestras propiedades fueron embargadas y nuestros activos (entre los que se encontraban mis acciones) fueron cautelarmente paralizados hasta que se aclarara la situación y los acreedores vieran satisfecha su deuda.  Y ahí estaba yo, en medio de esa tormenta, siendo zarandeada sin piedad por el oleaje. Mi barquito de cáscara de nuez traído y llevado en la cresta de olas violentas y terribles.


Daniel seguía con mis suegros y por ende con su padre. Y eso me consumía. Yo estaba en el hospital con el cuerpo marcado y varias costillas rotas. En la calle, sin casa a la que volver y sin dinero al que recurrir.  Y mi maltratador estaba en casa de sus padres bien cuidado y protegido y disfrutando del niño. Era mi quinto día en el hospital y creo que estaban pensando en darme el alta. Mis heridas externas curarían con reposo y ese podía tenerlo tanto allí como en casa. Estaba en la habitación con mi tío John, cuando sentimos abrirse la puerta y vimos aparecer a Amie, la madre de Carl.  Se acercó,  me dio un suave beso y sin decir nada se sentó con mi tío.  Se abrió la puerta y entró mi doctor.


-Hola Eliza    -me dijo -.   Está completamente descartado el riesgo de cualquier tipo de lesión interna. Lo que queda por sanar son tus dos costillas fracturadas y lo que se ve por fuera. Aquí no podemos hacer nada más por ti. Luego pasará la enfermera para darte tu informe médico, las pautas que debes seguir para asegurar que todas tus heridas y fracturas sanen correctamente y las indicaciones sobre la medicación.  Luego podrás irte.


Le dí las gracias, se despidió y abandonó la habitación. La madre de Carl, que había permanecido en silencio, se dirigió al armario a recoger la ropa que él me había traído de mi casa.


-Bueno,  John   -dijo entonces-.  Haz toda esa magia legal que sabes, ve ahora mismo y traenos a Daniel. Sácalo ya de esa casa y devuélveselo a su madre, que es con quien tiene que estar. Yo voy a ayudar a Eliza a vestirse y me la voy a llevar a mi casa.  A ella y al niño.

-Pero Amie    -dijo mi tío-.  Habíamos pensado que viniera a nuestra casa con Sandra y conmigo.

-Tanto Sandra como tú trabajáis.  Y  tú, más duro que nunca. Tienes que devolverle toda su vida a esta pobre criatura.  De momento, ella va a estar bien en casa conmigo y con su precioso niño que es quien más va a ayudar a sanarla.  Ve  mientras yo la echo una mano para vestirse.  Ve y encárgate de ese malnacido   -dijo entonces sujetando la rabia que sentía.

ANTES DE AHORA(ELYCIA  AU) COMPLETAحيث تعيش القصص. اكتشف الآن