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sábado, 2002

El débil cuerpo de Jimin se reflejaba en el espejo empañado del espacioso baño. Las molestas manchas se esparcían desde su cuello delgado hasta sus frágiles rodillas, lo detestaba.

Evitó volver a mirar su reflejo y asquearse más de lo que estaba. De eso se trató todo el día, el pequeño chico tratando de no mirarse al espejo, intentando que los comentarios de su padrastro y sus compañeros desaparecieran de su cabeza.

En su última clase, dos niños se acercaron al chico con una mirada burlesca, entrometiéndose totalmente en su tranquilidad.

—¿No deberías de estar muerto? —preguntó uno de ellos, girando en torno al cuerpo de Jimin. —Digo, por tu culpa tu padre está en prisión, si fueras menos tonto no te golpearía. —El dúo comenzó a reír, contagiando a toda la clase sin incluir a Jeongguk, quien se encontraba extremadamente serio. Estaba lo suficientemente ocupado observando lo que, para él, era el rostro más bonito que había visto en su vida.

Vio como los ojos del menor se cristalizaban, y en ese mismo momento, se levantó del asiento.

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—¿Jeon Jeongguk? —cuestionó la orientadora, abriendo sus ojos sorpresivamente al nombrar al recién llamado. —¿Estás buscando a alguien más, cierto?

El menor negó y se acomodó en el asiento, el cual estaba frente a la señora de ojos verdes. —He golpeado a alguien.

La señora tapó su boca con sus manos y miró al chico, asustada, como si de una telenovela latinoamericana se tratase. —¡Dios mío! ¿Por qué?

—Ellos insultaron a Park Jimin, y él no merece que lo insulten. Él merece el mundo entero, pero el mundo no lo merece a él. —Los ojos de Jeongguk se iluminaron cuando miró hacia la ventana. —Él merece todo el amor del universo y yo se lo quiero dar.

BODY DYSMORPHIC [kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora