Epílogo

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—Hazles rogar por más

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—Hazles rogar por más.

—Como siempre. —Me sonríe y se aleja. Regresa, me besa y esta vez se va corriendo.

La ronda de aplausos la recibe en cuanto aparece en el escenario, y Hayley sonríe con esa confianza característica en ella. Se acomoda frente al piano que hay en el centro y deja que sus dedos se hagan cargo de la situación.

Hayley Fox es ahora una pianista profesional, actualmente se prepara para su gira nacional.

Todo empezó hace cinco meses, cuando faltó a la escuela para ir a varias audiciones. Estaba decidida a cumplir su sueño, y esta vez ya no temía enfrentar el miedo a tocar en público. Creía que sus logros se debían a su padre, no se tenía la suficiente confianza para pensar que era tan buena como todos le decían. Eso cambió cuando supo que en realidad se había acostado conmigo hace diez años.

Sí, tampoco entiendo qué tiene que ver lo uno con lo otro, y cuando se lo pregunté todo lo que me dijo fue:

—Tú me arruinaste el sexo, no importa con quien me acostara ninguno fue tan bueno como el de esa noche.

Me reí y felicité internamente por días.

Hayley tampoco tenía idea de lo que sentía por mí, estaba tan perdida como yo en ese tema.

—Ahora lo entiendo todo —me decía luego de hacerle el amor.

Se olvidó del miedo a fallar una vez que supo que se había enamorado de mí.

—Pensar en nosotros teniendo sexo me distrajo lo suficiente como para dejar de pensar en otra cosa —así fue como me lo resumió, y me reí y felicité por semanas.

Sí, esa mujer no tiene filtro entre lo que piensa y lo que dice, le da igual lo desvergonzada que pueda sonar, y se vuelve aún más desvergonzada al descubrir que me pongo cohibido cada vez que lo hace.

La ronda de aplausos llega con el público de pie. Lo veo como una señal y salgo al escenario con un enorme ramo de flores.

—Adoro lo cursi que te vuelves a veces. —Acepta el ramo con una amplia sonrisa.

—Entonces adorarás esto. —Me hinco en una pierna y saco la pequeña caja del bolsillo del pantalón.

La audiencia exclama, y Hayley intenta cubrir su boca abierta. Me río por su expresión de total sorpresa.

—Hayley Fox, me cautivaste desde el momento en el que te reíste como elefante constipado, me hipnotizaste desde que le echaste sal a mi café, me atrapaste desde que lo hicimos en esa tienda de acampar... tres veces, y  me cautivaste desde que te presentaron como la novia de mi ex amigo. ¿Te casarías conmigo? Si aceptas prometo hacerte feliz la mayoría de las veces.

A este punto ella se ha echado a llorar como si estuvieramos viendo por milésima vez la escena en la que Leonardo Dicaprio muere congelado. Hayley está obsesionada con Leo, lo que me molestaría si él al final no terminara como una paleta.

—Sí. —Se arrodilla y trata de limpiarse la cara con el dorso de la mano—. Claro que acepto, profesor Garrend.

Le pongo el anillo y la beso. Nos separamos al oír los aplausos.

—Más te vale hacerme feliz o te patearé el trasero. —Sonrío y vuelvo a besarla.

El público silva, algunos hasta nos fotografían.

—Chris —susurra a mi oído—, ¿crees que esta noche puedas romper tu récord de tres rondas?

No soporto a esta mujer. Es tan... tan...

La amo.


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*Baile como poseída con dos pies izquierdos*

*La gente le mira mal*

*Alguien llama a la policía*

*Pasa la noche en prisión*

Es tan refrescante terminar algo para variar. Así debería ser, ¡así! *llora a chorros* Lo siento, ya me calmo. *Se limpia los mocos con un trapo que encontró en el suelo*

Bueno, eso es todo viejo.

Gracias por quienes se animaron a leer este experimento, este pequeño y extraño experimento. Me divertí mucho y me avergoncé mucho más. (¡No más erótico para mí! Ahora me limitaré a leerlos en mi cuarto, con la luz apagada, la puerta con llave, y la almohada en mis... hombros)

Adiós  ♥♥♥

PUBLICADO: 20/11/16

No soporto a Hayley FoxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora