Respondona

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Bajamos del autobús y me coloco los lentes de Sol antes de que la luz llegue a mi cara

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Bajamos del autobús y me coloco los lentes de Sol antes de que la luz llegue a mi cara.

—Bienvenidos a los juegos de profesores hambrientos —dice Matt a mi costado, admirando el paisaje. Me da una palmada en la espalda—. Andando.

Se adelanta con los otros profesores, quienes siguen al director Montgomery por el camino de piedras que lleva a la cabaña ubicada en el punto centro de un espeso bosque.

—No te quedes atrás... —Hayley pasa por mi lado y sigue a los otros—. Pareja.

Exhalo y sacudo la cabeza, siendo el último en avanzar.

Este va a ser un largo fin de semana.

El director nos reúne en la cafetería de la cabaña, se sube a una de las mesas y enciende el megáfono.

—Bienvenidos, profesores, a un nuevo año de los Torneos Amaestrados.

Su público aplaude emocionado, yo lo hago por obligación.

—Esta vez serán dos los profesores que ganarán el reconocimiento a mejor profesor maestre. Habrá puntuaciones personales y grupales, ambas acumulables por pareja, así que más les vale trabajar en equipo o quedarán últimos.

Exhalo, con las ganas de irme en incremento.

—Habrá nuevos cambios en los juegos a competir, pero ya lo irán descubriendo ustedes mismos.

Genial, más cambios. En estos momentos me gustaría ser de la clase que renuncia con facilidad.

—El objetivo de este torneo es unirnos más, ya que ustedes son la viga de la escuela, el soporte que cubre a los jóvenes para que no sean aplastados por la terrible sociedad, o despellejados por los buitres de la tecnología.

Arrugo la frente e intercambio miradas con mi amigo, quien termina aguantando las ganas de reír.

—Y espero que al finalizar los dos días todos, todos, nos convirtamos en familia. —Se abraza a sí mismo con su mano libre.

Una de las profesoras que está parada a mi lado se limpia una lágrima. Mi extrañeza va en aumento al notar que está embarazada. ¿Cómo se supone que va a participar con tremendo estómago?

—Tienen veinte minutos para cambiarse y salir, que los juegos están por empezar. —Sonríe y se baja de la mesa, pero no tarda en volver a subir—. Por cierto, quienes lleguen últimos se les descontará puntos.

En el siguiente segundo soy empujado como si fuera una puerta rotatoria, ni siquiera Matt se queda atrás, y se va con su compañera.

—¿Qué haces ahí parado? —La profesora de música me sujeta del brazo—. Ni creas que me harás perder, profesor Garrend. —Empieza a jalarme, lo que provoca que reciba más golpes que antes.

Ya en el cuarto desafío puedo darme cuenta de los nuevos cambios que ha hecho el director este año.

—¿Estamos en los juegos del hambre? —se queja mi compañera.

Lo peor es que vamos perdiendo, su terquedad por ignorar mis órdenes es más fuerte que mi esfuerzo por fingir que no he oído ninguno de sus gritos cada vez que era mi turno.

—Cierra la boca y ponte derecha. —Rueda los ojos, pero igual me obedece y levanta el arco—. ¿Siquiera sabes cómo sostenerlo?

—¿Qué? —me ladra— ¿No te gusta como lo sostengo? —Mira al frente—. Qué mal.

—Debo recordarte que estamos en el mismo equipo, así que si tú pierdes yo pierdo, y yo jamás pierdo.

—Perdiste dos veces conmigo. —Ladea su sonrisa.

—Sostenlo bien. —Le doy un golpe a la flecha y su sonrisa desaparece.

—Claro, ahora mismo lo hago, solo lo estaba sosteniendo mal a propósito, pero de inmediato lo sostendré bien ya que me has dicho que lo haga.

Presiono los labios para no insultarla, no con tantos testigos observándonos.

—Tienen cinco minutos para empezar, de otro modo quedan descalificados en este juego —avisa el director.

—Al diablo —digo y me acerco a ella hasta quedar detrás suyo.

—¿Qué estás haciendo? —se exalta en cuanto pongo mis manos encima de las suyas.

—No voy a perder otro juego más por culpa tuya.

—¿Culpa mía? ¡Te dije que tomarás vuelo antes de saltar!

—Conserva tu aliento para después, ahora presta atención. —La sujeto con fuerza.

Suspira pero no añade más.

—Debes colocarlo así de recto, y sostenerlo con más firmeza. —Me apego más a su cuerpo—. Cuando te sientas lista para soltar la flecha mueves tu mano de este modo. —Deslizo mi mano derecha hasta su estómago—. Aguantas la respiración antes de hacer el tiro, y exhalas un segundo antes de lanzar. —Toma aire, ocasionando un roce entre su espalda y mi parte delantera. Demonios, ¿desde qué momento he tenido pegado su trasero a mi amigo?—. Entonces tú... —Demonios, no te muevas, ¡deja de rozarme! ¿O soy yo el que se mueve?—. Tú debes... —Demonios, ¿qué me sucede? ¿Por qué siento que no puedo respirar? ¿Qué iba a decir?

Trago saliva y le doy un vistazo. Todo lo que llego a ver son sus labios entreabiertos, y sin darme cuenta nuestras respiraciones se sincronizan. Nuestros pechos se mueven al mismo tiempo, y siento un cosquilleo en cada parte que está tocando su cuerpo.

—¡Búsquense una habitación!

Me aparto como toro loco y toco mi cabeza, rascándome la nuca.

—Creo que ya entendió lo básico. —Me restriego la nariz, mirando a todos lados menos a ella.

—S-sí.

—Genil. —Asiento—. Buena suerte. —Me alejo.

Me cruzo de brazos y me arriesgo a mirarla solo para asegurarme de que le atine al blanco. Matt se coloca a mi lado.

—Ni una sola palabra —le advierto.

—Bueno, al menos ya desmentiste el rumor de que eres gay.

Arrugo la frente, sin comprender a qué quiso referirse, pero lo olvido en cuanto Hayley le da al centro.

—¿Quién lo diría? Después de todo eres bueno enseñando —Matt me felicita... a su modo.

La profesora camina hacia mí con una enorme sonrisa, llena de seguridad. Se para y me enseña su palma. Sin pensarlo choco la mía con la suya.

—Su turno. —Me entrega el arco, y aprovecha mi distracción para sujetarme de la polera y acercarme a ella—. Más te vale acertar, o te patearé el trasero. —Sonríe como niña buena y me suelta.

Matt y yo giramos la cabeza para verla alejarse con los otros profesores, quienes no tardan en felicitarla.

—Ya la oíste —dice mi amigo.

No puedo evitar sonreír.

El resto de la tarde y parte de la noche los papeles se voltean. Mientras más ganamos más fácil nos resulta guiarnos en cada desafío, hasta diría que hemos sabido adecuarnos al otro como si fuéramos uno mismo.

Estaría loco si alguna vez llegara a confesarle tal pensamiento descabellado. 


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Capítulo más liliputiense que mi primer crush (?)

PUBLICADO: 12/08/16

SOUNDTRACK: Light it up - Major Lazer

No soporto a Hayley FoxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora