Inquieta

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—¿Quién terminó de leer Macbeth?

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—¿Quién terminó de leer Macbeth?

Ya han pasado tres semanas desde que Hayley se marchó sin dejar rastro. Los días han resultado tan monótonos que tiendo a olvidar si ya es jueves o aún sigue siendo lunes.

Una alumna levanta la mano.

—¿Cuándo volverá la profesora Fox?

—¿Disculpe? —Me quedo en blanco.

—¿Es cierto que se fue porque terminó con ella? —Otro alumno levanta la mano.

Entonces termino escuchando todos los rumores que se han estado dispersando por la escuela estos últimos días. Y son bastantes.

—Escuché que usted la fotografió desnuda y vendió las fotos a una revista para adultos, y la profesora Fox se marchó por vergüenza.

Algunos hasta carecían de sentido.

—Yo oí que la profesora Fox estaba embarazada, pero luego de que ustedes se acostaran hubo un cambio en su chequeo, pues ahora no cargaba con un niño sino con dos, y se fue porque no sabía cómo decirle que solo uno de los bebés que tenía dentro era de usted.

¿Pero qué les enseña Matt?

—A mí me dijeron que usted fue un peligroso contrabandista de drogas, y cuando la profesora Fox se enteró huyó por miedo a volver a recaer ya que ella era adicta.

Y esto es lo que ocasiona ver tanta televisión.

—En realidad era el líder de una banda de mafiosos, y hace cinco años mató a la hermana gemela de lo profesora, ella descubrió la verdad y fue a protección de testigos para declarar en su contra.

Padres, por favor, dejen de permitirles ver tantas tonterías. Y ahora se han puesto a debatir sobre cuál teoría es cierta. No me refería a esto cuando dije que quería que participaran más en clase.

Alguien toca la puerta y esta no tarda en abrirse.

—Profesor Garrend, ¿puede salir un momento? —me llama Matt.

Golpeo la pizarra para callar el bullicio.

—Los que aún no terminan de leer Macbeth tienen la siguiente media hora para acabarla, y haré preguntas al azar así que más les vale estar preparados. —Salgo del salón antes de oír los reclamos— ¿Qué ocurre? —le pregunto a mi amigo.

Se toma su tiempo para respirar hondo, no lo había visto tan serio desde que la profesora pelirroja la rechazó.

—Hayley está aquí.

Se me eriza la piel. Mi corazón está por salirse de mi pecho, mis órganos están por salirse de mi boca, y solo por oír esas tres simples palabras.

—¿La viste?

—Sí, me topé con ella hace unos minutos.

Sonrío y empiezo a andar.

No soporto a Hayley FoxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora