Capítulo 13. "Un nuevo miembro en la familia"

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Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho... Y sigo contando hasta veinte una y otra vez. He estado haciendo esto por más de cinco minutos y aún sigo muriéndome de los nervios. No sé por qué acepté hacer esto, soy una completa tonta. Sí, definitivamente lo soy. Espero no arruinar nada con mis tonterías.

Al menos me veo bonita. Ese es el lado positivo.

Todavía me siento rara sin maquillaje y sin las joyas que solía usar cuando vivía con mis padres. Desde que escapé de la casa y vivo con mi Justin, he dejado de usar maquillaje y todas esas prendas costosas que siempre usaba. Me prometí a mí misma que iba a cambiar un poquito la personalidad tan peculiar que tengo. Ahora estoy tratando de ser más sencilla, más humilde, más generosa. ¿Y todo por qué? Por mi dulce Justin. Quiero que note mi cambio; que se de cuenta de que las cosas materiales no me importan demasiado y que con su amor y cariño es más que suficiente.

No voy a negar que ha sido muy difícil adaptarme a esta “nueva” vida, pero lo estoy intentando. Odiaría ser yo quien arruine las cosas por mis propios caprichos y malcriadeces.

«Pensar no es muy bueno para los nervios, pon tu mente en blanco», me digo a mí misma en un intento de relajar mi cuerpo.

—Lovey, cariño, ¿por qué estás contando? —pregunta Justin en voz baja pero lo suficientemente alto para que escuche—. ¿Estás nerviosa?

—¿Yo? ¿Nerviosa? —suelto una carcajada, moviendo mi mano con desdén—. Por supuesto que no. Sólo estoy... ¡Sumando! Sí, sumando. Ya sabes, me gusta mucho sumar.

Ni un niño de tres años me creería tal estupidez. De verdad que soy pésima para las mentiras y las excusas.

—Cariño, a mí no me engañas —ríe tocando el puente de mi nariz con su dedo pulgar—. Sé que estás nerviosa, pero no debes de estarlo. Te amarán, créeme.

—¿Y tú cómo estás tan seguro de eso, eh? —me cruzo de brazos—. Ellos siquiera me conocen. Probablemente les caiga mal. Muy mal.

—No exageres —me mira con un deje de diversión—. Tú tranquila, ¿si?

Hago una mueca.

—Es la primera vez que hago esto. No me pidas que esté de lo más relajada.

—Lo sé, pero yo sé por qué te lo digo.

—Uh, está bien —resoplo—. Confiaré en ti.

—Pensé que ya lo hacías —dice fingiendo estar ofendido—. Viví engañado todo este tiempo. Creo que voy a llorar.

Ruedo los ojos con diversión.

—Idiota... —murmuro aguantándome la risa.

Suelto un pequeño grito cuando Justin me coge desprevenidamente de la cintura y empieza a darme vueltas en el aire.

—¡Justin! —chillo riéndome a carcajadas—. ¡Bájame, bájame! ¡Me estás mareando!

—¡Di la palabra mágica!

—No inventes, bájame ahora. Me causarás náuseas, ¡hace poco que comimos! —me quejo.

—Hasta que no digas las palabras mágicas, no lo haré.

—¡Uh, te odio! —alzo la voz para que me escuche claro y fuerte—. ¡Bájame!

—¡Vamos, dilo!

En serio empiezo a marearme y no quiero vomitarle encima. Sería muy vergonzoso y asqueroso.

—¡Te amo, te amo! —grito bastante fuerte. Bien, ya me estoy dando por vencida—. ¡Ya te lo dije, ahora bájame o te llenaré de vomito!

Love me like youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora