Capítulo 6. "Intruso"

1.9K 226 90
                                    

Estoy sentada en la mesa junto a mis padres mientras ellos platican animadamente sobre algo importante, pero no le presto atención. Mi comida sigue intacta y sólo juego con mi tenedor, lanzando suspiros al aire y pensando en mi Justin. Mi chico malo, claro, entre comillas porque él es un amor de persona. Sólo da esa imagen ya que siempre usa chaquetas de cuero y anda en su bellísima motocicleta. No me cansaré de decir que es el chico más perfecto y dulce de todos los chicos que conozco. Aún no me aferro a la idea de que terminamos con nuestra hermosa historia.

Apenas puedo pensar en él sin querer echarme a llorar como una magdalena.

Los últimos días se han sentido como años y años; tristes y vacíos. Sin un sol que los ilumine. Incluso ha estado lloviendo por las noches como si el cielo llorara junto con mi rota y desconsolada alma. Estoy tan, tan, pero tan decepcionada. Pensé que él me buscaría para que lo perdonara por todas las idioteces que dijo, sin embargo, no lo ha hecho. No ha aparecido por la casa, tampoco por la escuela y mucho menos me ha dejado una carta debajo de la puerta. Oh, como extraño que me escriba cartas románticas y cursis. Extraño todos esos pequeños detalles. Lo extraño demasiado.

Me siento incompleta sin él.

Ya no creo poder aguantar más tiempo sin verlo. Tengo que buscarlo. Necesito escucharlo. Si no le doy la oportunidad de explicarme todo, entonces... lo perderé. Y yo me niego a perderlo.

—Cariño, ¿qué te pasa? —pregunta mi papi, agitando sus manos frente a mis ojos.

Despego la mirada de mi plato y lo miro un tanto apenada.

—Lo siento mucho, estaba un poco distraída —susurro.

—Has estado bastante distraída desde hace días —explica mamá, frunciendo ligeramente el ceño—. ¿Qué te pasa?

—Nada importante —miento—, es sólo que estoy preocupada por mis exámenes.

Otra mentira más a la lista. Todos han notado mi cambio de humor y lo único que hago es mentirles para que no sepan lo que pasó. Mis padres no se pueden enterar de que terminé con Justin. La única que lo sabe es Christine y mi oso de peluche.

—¿Y eso por qué? Siempre has sido una excelente estudiante.

—Son cosas mías, papi —me encojo de hombros—. No me hagan caso. Estoy bien.

—Estás mintiendo, Lovey —me acusa mamá—. Ni siquiera has tocado tu comida. Y no es la primera vez.

—¿Qué? —Daren frunce el entrecejo—. ¿Es cierto eso, princesa?

—¡Claro que no! —exclamo con un tono falso de indignación—. Mamá está exagerando, ya sabes cómo es.

—Tú amas las malteadas de fresa y no has bebido nada. ¡Nada! —suspira con pesadez—. Somos tus padres. No nos puedes ocultar las cosas.

—No les estoy ocultando nada —bufo.

—Cariño, si estás pasando por un mal momento o necesitas ayuda, sólo dínoslo. Somos tus padres y nos preocupamos por ti. Queremos que seas feliz.

Cierro mis manos formando puños y tomo aire varias veces para no perder la paciencia. No puedo explotar y escupir toda la verdad.

—Si dejaran de hacerme tantas preguntas, tal vez me sentiría mejor.

—Eso quiere decir que no nos dirás nada, ¿cierto? —pregunta Chelsea.

—No, mamá.

—Si eso es lo que quieres, respetáremos tu decisión, mi niña.

Love me like youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora