Es un viaje de veinte minutos desde Whitefield hasta el lugar donde Harry trabaja. Debido a que un Ford Focus negro no es generalmente el tipo de coche que levanta sospechas, Louis había estado esperando ser perseguido, por lo que había notado el coche que salió de una calle lateral apenas un minuto después de haber dejado atrás su casa. Moviéndose a través del tráfico, el conductor del otro coche baja la velocidad cuando Louis lo hace.
De acuerdo. Hay un buitre en su cola, entonces. Bueno, hey, ser descubierto es parte del plan.
Además, ¿un buitre en su cola? ¿Eso tiene algún sentido, en términos de imagen? Un sabueso siguiendo su aroma podría ser más apropiado.
Cuando Louis se estaciona frente al Costa Coffee, Harry ya lo está esperando, apoyado en la barandilla que separa la acera de la carretera. Está vestido de una manera más conservadora en comparación con la que Louis había visto en él antes, apretados pantalones blancos y una simple camiseta blanca que cae libremente alrededor de su cuello. La flor roja colocada en su oreja es el único toque de color.
Tan pronto como percibe el coche de Louis – es cierto, el Porsche rojo está diseñado para llamar la atención – de alguna manera se las arregla para sacar su teléfono del bolsillo y empezar a acercarse. Louis se inclina sobre la palanca de velocidades para abrirle la puerta a Harry.
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— Bonito coche. – Harry acomoda su largo cuerpo en el asiento del pasajero. Sus piernas parecen extenderse por millas.
Mientras él gira para mirar a Louis con una radiante sonrisa, hay una inclinación nerviosa en sus hombros que Louis no puede leer bien; podría ser la presencia de Louis, o la perspectiva de un almuerzo que terminará salpicado entre los medios de comunicación. De cualquier manera, el Ford negro que está justo adelante, en frente de una tienda de Morrison, sugiere que fué una buena idea recoger a Harry aquí, en lugar de recogerlo en su piso.
Por otra parte, ellos sabrán su nombre lo suficientemente pronto.
— Nunca le digas a nadie que no sé cómo tratar a una cita. – Sonriendo de vuelta, Louis levanta una mano para tocar la flor entre el cabello de Harry. – Estamos siendo vigilados.
Harry se sienta muy quieto mientras los dedos de Louis bajan por su mejilla, con la expresión congelada y los ojos cuidadosos. Con suerte, su temor no será obvio para cualquiera que los mire.
— Bien. – Murmura.
Acomodándose de nuevo, Louis le da una sonrisa leve. — Sabes que todavía puedes arrepentirte. No te culparé.
— No. – Rápidamente, Harry niega con la cabeza, su pecho levantándose en una respiración profunda. Él lo repite: – No – esta vez con más certeza, su voz bajando al tono normal, acento profundo. – En serio, estoy bien. Sólo no estoy muy seguro de cómo debo... Como, ¿debemos tomarnos de las manos? ¿Deberían tener una foto de nosotros besándonos?
