I Hate You, I Love You

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  Es verdad, si, me había ilusionado bastante cuando él me dijo que vendría a mi fiesta. ¡Pero dale! ¿Quien no se ilusionaría si la persona que le gusta dice que lo más seguro es que valla?

  Creí ser la chica más feliz del mundo cuándo él me respondió aquel mensaje, tuve un poquito de esperanza en que tal vez lo que siempre había soñado se haría realidad.

  Conocía a Justin como a la palma de mi mano y aún que éste último tiempo estuvimos distanciados, yo seguía soñandolo como el chico que me robó el corazón y así era, a pesar de qué él parecía ni inmutarse de mi presencia.

  Adoraba que me mirara y me regalará una sonrisa, adorba ser yo la razón de ella (a pesar de que muy pocas veces lo era), adoraba su cabello, adoraba su voz y la forma en que tocaba su guitarra tendido en la cama de su habitación. Cada noche imaginaba mil historias y soñaba con recibir un mensaje suyo, sin tener que ser yo la que iniciara una conversación.

  Mi corazón se aceleraba si pronunciaba mi nombre, si plantaba un simple beso en mi mejilla o depositaba su mano en mi cintura. Estaba enamorada, era un hecho, y todo el mundo lo sabía, pero él ni lo sospechaba.

  Esa tarde fue distinta y mi felicidad pasó a ser impotencia, porque siempre era la misma situación.

  —Pasé por la casa de Pattie, me ofreció un par de soquetes y un vestido para que te disfraces ésta noche.— exclamó mamá. —Oh y Justin me avisó que no vendría, porque se iba al cine con la novia.

  Si mi vida fuera una orquesta, la triste melodía de unos violines, estaría sonando en este momento. No emití palabra, solo me dediqué a seguir limpiando el suelo. Disimuladamente me dirigí al baño, cerré lentamente la puerta y me miré al espejo, llevé las manos a mi rostro limpiando las lágrimas que no tardaron en salir, me sentía desilusionada.

  ¿Cómo se me pudo haber ocurrido que él podría interesarse en mi? ¿Porque fuí tan ingenua? ¿Tan enamorada me sentía? La respuesta es sí.
Lavé mi rostro y volví a sonreír, dispuesta a olvidarlo, aún que sea por un día.


...


  Ya me había maquillado y disfrazado, con una camisa a cuadros naranja de gasa, dos coletas que ataban mi cabello, una falda negra, junto a cancanes del mismo color y zapatos rojos, claramente era un muñeca. Sonreí feliz, disfrazarme era lo que más me gustaba hacer, sali saltando feliz y asusté a mamá.

  —¿Ah si? ¿Vos me asustaste y ahora te reís?—me regañó en broma mamá. Asentí en carcajadas. —Bueno,ahora pasas por lo de Pattie y le pedís mi bolso, que lo dejé hoy en su casa.—agregó.

  Bueno eso no había sido gracioso y por más que intenté convencerle de que podría ir mañana, ella insistió y ahora me encuentro caminando hasta la casa de Pattie, mientras todos mis invitados llegan a casa y yo no estoy allí para recibirlos.

  Toqué el timbre y preguntaron quien era desde el parlante que éste tenía, les dije mi nombre y me abrieron el portón para que entrara a la casa, Jeremy me abrió la puerta y pasé a la misma.

  —Justin se encuentra en el living.—exclamó y luego siguió concentrado en otras cosas.

  Lo que menos quería era encontrarme con él, verlo sería como entrar a una librería y no poder agarrar los libros o tener un caramelo y no poder comerlo, no quería que eso pasara, no de golpe. Así que me dirigí a saludar a Jackson y Jazmyn, quienes me saludaron felices. Eran niños para ellos lo era todo más sencillo.

  Y luego caminé hacia el living donde Justin se encontraba, quien para mi sorpresa estaba en jeans y su torso desnudo, no pude evitar ponerme nerviosa pero logré controlarlo, la última vez que lo había visto sin remera fue hace unos meses, cuándo el verano inundaba la ciudad.

  —¡Hola Jus!—lo saludé y me acerqué a él para depositar un beso en la mejilla,aún que me hubiese encantado que fuera en los labios.
—¡Hola Lexie!—exclamó.
—¿Como estás?—pregunté.
—Bien.—respondió.

  Un incómodo silencio nos acompañó, bueno, tal vez para mi lo era, mis manos se sentían calurosas y el corpiño que llevaba puesto jamás se había sentido tan incómodo como en esos momentos.

  —¿De que te encuentras disfrazada?—me miró y creí perderme en sus hermosos ojos mieles.
  —¿Y que te parece que soy?
  —¡No lo se!—exclamó.
  —Soy una muñeca, Justin.—dije obia.
  —Ajam.—llevó su vista a la cantidad de hojas.

Aquel silencio incómodo volvió a rodearnos.

  Me senté a su lado y revisé sus hojas,en las cuales se podía observar un exámen que había desaprobado con consignas y preguntas que no lograba comprender. Aún así acoté que el profesor debería haberle puesto una A.

  —¡Ni siquiera lo entiendes!—dijo él.
  —Pero sabes más que yo, mereces una A.—bromeé.

  Él rió y se dedicó a seguir estudiando, mientras tanto yo me decidí a observarlo, a imaginar lo que sería abrazarlo por la espalda, hacerle masajes en los hombros si se sentía estresado o tener una sesión de besos en el sillón, él era increíblemente tierno para mi, solo que no lo sabía.

Imagine Book (One Shoots/Short texts)Where stories live. Discover now