Bajé la vista. Caminamos hasta la camioneta. Me abrió la puerta del acompañante. Cuando estuve dentro me abroché el cinturón de seguridad.

– ¿Cómo puedo confiar en ti, amor? –. Se acomodó para mirarme.

Giré mi cabeza hacia la ventana, no soportaba verlo, en cambio observé como el hombre moreno se subía feliz al yate en el que antes habíamos estado Christian y yo. Suspiré y recargué mi cabeza en el vidrio.

Christian puso un disco y arrancó el auto.

Ya me enteré –empezó la letra de la canción que, para mi sorpresa, estaba en español– que hay alguien nuevo acariciando tu piel, algún idiota al que quieres convencer que tú y yo somos pasado.
Ya me enteré que soy el malo y todo el mundo te cree, que estás mejor desde que ya no me ves, más feliz con otro a lado...

Voltee a ver a Christian extrañada.

– ¿Qué? Me dijiste que te gustaba Reik así que quise escucharlos... –sonreí ligeramente, era un detalle que no pensé que haría–. ¿Y cómo va el libro de Harry Potter?

– Bien... Aunque ya lo haya leído... Aún me duelen las muertes de todos los personajes que amaba...

– ¿Qué? –me interrumpió– ¿Quién es personajes amabas?

– A ningunos...

– Me gustaría que me contaras, amor.

– No... No estoy de humor... Tal vez luego...

Asintió. El resto del camino fuimos en silencio, escuchando el disco completo de Reik.

Llegamos al aeropuerto después de más o menos una hora de camino.

Christian llamó por teléfono. – Sí, ya estoy en el aeropuerto, si no te llamo en media hora matas a Jake –se me congeló la sangre en cuando dijo eso–. Lorena –giré mi cabeza temblando ligeramente–. Si intentas algo en el aeropuerto Jake muere, ¿entiendes? –. Asentí lo más rápido que pude. Tomé el libro de Harry Potter entre mis manos para disimular el temblor que tenían.

Salimos de la camioneta y entramos, pero no era un típico aeropuerto, éste era muy pequeño y casi no había personas, mas que los trabajadores.

– Señor Miller –un hombre se acercó a nosotros tomando las maletas que traía Christian–. Su avión ya está listo.

– ¿Qué estamos esperando entonces? –. Preguntó con alegría.

Cruzamos una puerta. Sólo había un avión y una pista... Un avión privado.

Me empujó por la espalda baja para que caminara.

– Espero que disfrute este largo viaje señor Miller y... Señorita... –el hombre me miró esperando que le dijera mi nombre.

– Señora Miller. –dijo Christian apretando mi cintura, con un brazo, contra la suya.

– Oh, lo siento, no lo sabía... –se disculpó el hombre. Me sorprendía la forma en la que el hombre ignoraba totalmente el ojo rojo que yo tenía.

– No se preocupe –dije mientras nos deteníamos frente a la escalera–, usted puede llamarme...

– Sube. –me interrumpió Christian antes de que le dijera mi verdadero nombre.

Lo miré pero hice lo que me ordenó sin protestar.

Un hermoso cosquilleo recorrió todo mi cuerpo en cuanto vi el interior del avión.

Un hermoso cosquilleo recorrió todo mi cuerpo en cuanto vi el interior del avión

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Secuestrada por el pasado #3Where stories live. Discover now