Capítulo 1: Es como una paloma, viene y te caga encima.

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Rápidamente me lavé mis dientes e hice todo lo necesario para irme. Realmente es muy sorprendente en mi... Siempre me tardo un año en hacer todo.

Bajo las escaleras en dirección a la cocina, donde me encuentro a Isabelle —una de nuestras sirvientas, pero para mi es como una gran amiga—  haciendo unas tostadas con mermelada de frutilla. La saludo animadamente tomando una manzana de la frutera.

— Hola, Izzy —le saludo—. ¿Mis padres?

— Buenos días, Sarah. Y sobre eso, ya lo sabes —dice—. Trabajando.

Asiento haciendo una mueca. En serio, mis padres se han vuelto demasiado obsesivos con el trabajo. Si mi memoria no me fallara, diría que desde los diez años son así. No me refiero a que antes no trabajan, sólo que antes no estaban tan obsesionados con ello. Su cambio fue tan repentino hasta llegué a creer que era porque había hecho algo para simplemente molestarlos o que mi crecimiento hacia que no me prestaran atención como antes. Pero a medida de que fui creciendo... Me di cuenta que ellos debían hacerse cargo de las empresas de mi abuelo. De las cuales gracias a ellas vivo exactamente como una reina, me refiero a las comodidades, lo cual eso y el dinero me importa poco y nada. Sólo me gustaría tener padres... No tan trabajadores, por así decirlo. O... Normales.

— No deberías preocuparte, Sarah. Mira, te aseguro que el lunes en tu cumpleaños estarán presentes —dice sonriendome.

La verdad es que no se que haría sin Izzy, prácticamente ella se ha vuelto una madre más para mi. Ha estado presente en mis momentos más difíciles, los cuales mi madre biológica nunca pudo estar.

— Eso espero.

(...)

Bajo del auto que me regaló mi padre en mi cumpleaños número diecisiete, el cuál desde entonces he cuidado con mi vida.

Me acerco a la casa Willson, la cuál es como una gran mansión. Algo parecida a la de mis padres. Toco el timbre de la puerta donde me abre una de sus sirvientas, Liz. Que realmente su nombre es Eliza, pero le tenemos mucha confianza como ella a nosotras para llamarla así.

— Buenos días, Liz. Vengo a ver a Lucy —digo.

En su boca se hace una mueca de preocupación, lo cual me extraña demasiado. Soy la única al parecer que no sabe lo que está ocurriendo.

— La señorita Lucy no ha dejado de llorar desde anoche.... Y me preocupa saber que le sucedió. No he podido hablar con ella —dice—. Así que decidí llamar a una de sus amigas para que vinieran a verla.

Asiento algo confundida. Ya me sentía la única.

— ¿De acuerdo? —digo algo confundida, de eso debe tratar por lo cual Abby me llamó—. Si no te molesta, subiré para ver que está pasando.

Entro a la casa y me dirigí lo más rápido a las escaleras para subir hacía su habitación. Me encanta su casa, cada una de sus paredes tiene un color beige que le da un toque cálido al hogar.

Llamé a su puerta golpeándola con mis nudillos. La puerta se abre déjandome ver a mi rubia mejor amiga, Abby.

— Al fin llegas, estúpida —dice para luego mirar a Lucy que se encuentra sentada como indio en su cama, con un almohadón en sus piernas, mientras que en una de sus manos se encontraba en pote de helado de chocolate y menta, y mientras en la otra una cuchara con un poco de el.

— ¿Qué rayos pasó? —arqueo una ceja.

— Nick... —dice Lucy manteniendo su mirada baja. Esto es extraño, Lu siempre irradia alegría y diversión en sus ojos tanto en sus sonrisas.

Escuadrón Anti-Chicos© (En edición)Where stories live. Discover now