19.

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Wonwoo iba caminando por el parque con las manos en los bolsillos y la vista clavada en el cielo... el viento soplaba refrescantemente y el sol resplandecía en el firmamento. Nada podía mejorar aquel día, salvo...

—¡Wonwoo! —aquella pequeña vocesita atrajo la atención del azabache, quien vio a ese pequeño niño de mejillas regordetas que adoraba.

—¡Ki Sunnie! —Wonwoo sonrió ampliamente mientras lo alzaba en brazos.

También pudo ver como su madre se acercaba a él, llevaba un sencillo vestido blanco y su pelo estaba recogido en una prolija trenza.

—Wonwoo, es un gusto volver a verte —dijo la mujer, con suavidad.

—Lo mismo digo, extrañaba a Ki Sunnie —comentó acariciando la cabeza del niño.

—Ya que estás aquí... quisiera hablarte de algo. Sobre Ki Su. —Informó aquella mujer— Sentémonos.

Wonwoo tomo asiento junto a ella en un banco del parque, con una expresión curiosa e interrogante.

—Te habrás dado cuenta que Ki Su es un niño especial, ¿verdad? —sonrió la mujer mirando a su hijo con cariño.

—Lo es; es muy inteligente y hermoso, ademas de simpático —rio y le apretó las mejillas, haciendo reír al pequeño.

—Si, pero... ¿Mingyu no te ha dicho con la rapidez en que despareció en el parque? ¿O aquella vez en que estaba sobre la mesa de Mingyu? —Wonwoo abrió los ojos, ¿cómo sabía todo eso su madre?— Wonwoo, Ki Su no es un niño normal, yo no soy su madre.

—No lo entiendo... ¿qué está queriendo decirme? —el azabache no entendía nada en lo absoluto.

—Ki Su es un ángel, Wonwoo —explicó—. Tu no lo encontraste por casualidad, el fue enviado para unir a quienes merecen estar juntos... quienes están destinados a estarlo.

—¿Ki Su es Cupido? —frunció el ceño con confusión y la mujer rio.

—Podría decirse, si. Es por esa razón que, cuando Mingyu quiso besarte la primera vez, el cayó de la cama —explicó—. No podía permitir que besaras a Mingyu aún, ya que tu noviazgo con Junhui seguía en pie.

—¿Y si tu no eres su madre? ¿Quién eres?

—Soy su guardiana, soy quien lo cuida y va por el cuando las personas destinadas ya están juntas —sonrió—. O al menos cuando es evidente que ambos se gustan y quieren estar uno junto al otro en cada momento.

—De verdad, esto no puede ser cierto... es demasiado confuso e irreal —dijo él—. Esto tiene que ser un sueño, ¿estoy soñando, verdad?

—Es confuso y es un sueño, si. Irreal... No tanto —ella volvió a reír—. Esto es real Wonwoo, la única forma de volver a comunicarme contigo es a través de tus sueños... pero ya es hora que despiertes, se te hará tarde para tu cita.

—¡Oh por Dios! ¡La cita!

Wonwoo abrió los ojos en su cama, ese fue el sueño mas raro que había tenido en su vida. ¿Ki Su un ángel como Cupido? ¿Que? Tal vez debería dejar de comer tantas cosas dulces.

Miró la hora; eran las diez de la mañana y en una hora tenía que ir al parque con Mingyu.

Casi tres semanas habían pasado desde que Ki Su se había ido y desde que Mingyu y Wonwoo estuvieron juntos por primera (pero no única) vez. Su relación era rara, Mingyu no le había propuesto ser pareja oficialmente y Wonwoo tampoco había pensado en eso... les gustaba pasarla bien cuando estaban juntos y de vez en cuando tenían citas románticas planeadas por alguno de los dos.

El azabache se levantó de la cama y se dirigió a la cocina moría de hambre; abrió el refrigerador y se debatió entre una ensalada o una bolsa de patatas fritas que había sobre la alacena.

—No, debo dejar de comer comida chatarra —sé dijo a si mismo y tomó el plato con ensalada—. Hoy no comeré comida chatarra.

[...]

—Wonwoo, llevas mas de tres días comiendo comida chatarra sin parar —dijo sin detener su caminar y cuando quiso agarrar patatas fritas de la bolsa de Wonwoo, éste la alejó con recelo—. Tienes dos opciones: o engordaras y rodaras por la vida como una bolita de grasa...

—¡Hey! —exclamó con la boca llena.

—O te enfermeras, y no quiero que eso pasé —cuando estuvo distraído, el moreno le quitó la bolsa y comenzó a correr mientras reía.

  Wonwoo comenzó a perseguirlo a toda velocidad, pero sin poder alcanzarlo. Poco a poco sus fuerzas se iban agotando y reduciendo su velocidad.

—Mingyu... detente —exclamó, sujetándose las rodillas. Al oirlo, el menor se detuvo y volteó a verlo.

—¿Lo ves? No puedes correr ni dos minutos —señaló, acariciándole la cabeza.

—No es eso... es que comenzó a doler mi estómago —comentó enderezándose y poniendo una mano sobre su vientre, Mingyu lo miró como diciéndole: "te lo dije"—. Si, tenías razón.

—Será mejor que volvamos a casa, entonces... —dijo, mirándolo con preocupación.

  Ambos caminaron unos metros de regreso cuando el mayor se detuvo.

—Mingyu... —el moreno se volteó a verlo, el azabache estaba haciendo un tierno mohín con sus labios— ¿me devuelves mis patatas?

The Kid (Meanie)Where stories live. Discover now