7. Fiesta de pijamas.

Magsimula sa umpisa
                                    

-¿Que él qué? -preguntó como si creyese que había escuchado mal.

-Él se quedará aquí esta noche, al igual que Stephanie -repetí.

-¿Y quién autorizó eso? -preguntó cruzándose de brazos, como si fuese una persona con gran autoridad y dándose aires de grandeza.

Entonces sonreí con arrogancia.

-Mamá -contesté y me deleité viendo cómo volvía a ponerse tenso.

-Mierda -murmuró-, ahora sí me jodí -se lamentó y luego volvió a poner los brazos a sus costados-. Hoy me quedaré en casa de James, está decidido -agregó chasqueando los dedos y dándose la vuelta dispuesto a irse.

Rodé los ojos.

-Daniel -le llamé, se volvió hacia mí-, no es necesario que te vayas. No es como si estuviese llamando a un congreso de asesinos y narcotraficantes para que te secuestren y luego te asesinen o algo así.

-Isabel, yo no puedo dormir tranquilamente en mi cuarto sabiendo que a unos metros estará él, en la noche, sin nadie que pueda hacer algo para salvar mi vida -dramatizó y pude apreciar escuchar algo de pánico en su voz.

No sé qué cosas se imaginaba este idiota.

-¡Matt no está enamorado de ti! -exclamé-. ¿Cuándo vas a entenderlo?

-Cuando... -comentó pensativo-. Nunca, soy demasiado irresistible. Además no sólo me voy por Matt, Stephanie y tú son una amenaza para la humanidad.

Abrí la boca, ligeramente ofendida.

-Nosotras no te hemos hecho nada malo -repuse.

-¿No? Por si no lo recuerdas, el año pasado tu amiga demoniaca y tú fueron a mi habitación mientras estaba dormido, me maquillaron, pintaron las uñas y también me pusieron un montón de mierda en el cabello, además de llenármelo de laca y embarrarme los pies con mantequilla.

-Oh... -Fue lo único que dije y no pude evitar reír ante el recuerdo.

¿Cómo olvidarlo? Daniel había durado más de una hora para llegar al baño ya que, cada vez que se levantaba, se caía, así que tuvo que ir arrastrándose y no sé cómo demonios hizo para mantenerse de pie y poder ducharse.

-Prácticamente tuve que bañarme sentado -contó como si pudiese leer mi mente y no pude evitar reír más.

Hizo una mueca de disgusto, se encogió de hombros y acto seguido salió de la habitación.

Qué idiota es.

No perdí el tiempo y me metí en el baño, me cepillé los dientes, me di una ducha rápida -hice mis necesidades, obviamente- y me cambié la pijama por algo casual; unos simples shorts algo desgastados y una camisa de tirantes gris.

Corrí escaleras abajo y conseguí a Matt sentado en el sillón de la sala, esperando pacientemente.

-Hey, tú -Le saludé en cuanto lo vi. Giró su rostro hacia mí y me sonrió.

-¿Qué hay, linda? -Me devolvió el saludo y ocupé el asiento a su lado.

-Joder, Matt, llegaste tempranísimo. Me hiciste madrugar -Le reproché con fingido enojo. La verdad, no estaba enojada con él, de hecho, esperaba que llegará aún más temprano. Por más que le dijera que dormía hasta tarde, él seguía diciendo que estaba acostumbrado a llegar temprano.

Según él: "las mañanas eran momentos productivos que no se podían desperdiciar durmiendo tanto".

No creo que sea necesario decir mis críticas respecto a esa teoría.

Insoportable [Sin editar]Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon