capítulo 30 ➵ la trifulca

Start from the beginning
                                    

Peyton, aunque no estaba de acuerdo con ella, asintió y caminó hacia la cocina, pero no entró y solo se escondió detrás de la puerta. Ella no confiaba en Corey y no sabía de lo que él podía ser capaz, así que no iba a dejar sola a Rowan con él.

      —No me importa tu vida, Rowan —señaló él, haciendo referencia a lo que la chica le había mencionado sobre su trágica vida—. El hecho de que estés viviendo una vida de mierda es porque tú misma lo quisiste así. 

      —Tú no sabes una mierda —bramó—. ¿De verdad crees que yo hubiera querido firmar el contrato sabiendo toda la mierda que se venía?

      —Espera, ¿firmaste un contrato sin leerlo? —abrió los ojos con sorpresa y Rowan solo rodó los ojos en respuesta—. Joder, hasta para eso eres tonta.

      —Es que no se trata de ser tonta o no, ¿sabes?

      — ¿De qué se trata entonces?

      — ¿Cuánto sabes sobre la industria artística? —preguntó y al no recibir respuesta alguna, continuó: —Claramente nada, ¿y sabes por qué? Porque tú no perteneces a la industria. Por eso es tan fácil para ti hablar desde afuera.

      —Entonces ilumíname —dijo—. ¿Alguien te amenazó para que firmaras el contrato?

      —No, pero-

      —Eso es todo. Fue tu culpa. Tú fuiste quien firmó el contrato y tú fuiste quien se condenó, ¿vale? No fue culpa mía, ni la de ella, ni la de nadie, solo tuya —proclamó—. Así que deja de victimizarte.

¿Quién mierda se creía él?

      —Wow... —pronunció con incredulidad, riéndose y pasándose la mano por la frente—... No conocía este lado tuyo. Dime algo, ¿desde cuándo dejaste de tener vida propia?

      — ¿De qué carajos estás hablando?

      —De ti y tu enfermiza necesidad de meterte en cosas que no te incumben —respondió, cada vez menos mesurada—. Mira, que lo que ella haga o deje de hacer con su vida es su problema, no tuyo. Tú no eres su dueño.

      —Tampoco lo eres tú.

      —Nunca dije que lo fuera —aclaró enarcando una ceja.

      —Bueno, como sea, mi punto-

      —No me importa cuál es tu punto —le interrumpió—.  Yo jamás la obligué a ir conmigo y tú no estás en lugar de venir a exigirme o recriminarme una mierda, ¿lo entiendes o te lo tengo que dibujar? —se mofó, haciendo sonreír a la chica que continuaba escondida.

      —No vine aquí a exigirte ni recriminarte nada.

      —Entonces sí entiendes que si ella acepta ir conmigo hasta el fin del mundo es su decisión y de nadie más.

Él rodó los ojos.

      —Ella no necesita que alguien más viva su vida por ella —agregó a la defensiva—. Si decide algo, si comete un error o lo que sea, eso está en ella.

      —Lo estaba hasta que afectó al resto —dijo—. Dime tú, ¿alguna vez pensaste en la repercusión que tendrías en su vida cuando tú regresaras? No. Tú nunca piensas. No piensas en que además de afectarla a ella, afectas a las personas a su alrededor.

      — ¿Qué? ¿Y en qué coño te afecta esto a ti? —suspiró y luego pasó las manos por su rostro frustradamente—. Esto es estúpido. Tú estás siendo estúpido. 

Peaches ©Where stories live. Discover now