capítulo 13 ➵ te amo, ¿no te importa?

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       —No las quiero lejos del velero, ¿de acuerdo? No me importa si vieron una mantarraya o quieren mirar más allá del arrecife, no se alejen de la embarcación. Las corrientes cambian allí abajo, así que no quiero que busquen riesgos innecesarios —le indicó a la pareja sentada, lista para dejarse caer de espaldas al agua—. Esta soga que tienen aquí... es para que la tiren en caso de que las cosas se pongan complicadas, no para que se la quiten o la tiren cada dos segundos. —continúa, consciente de los conocimientos sobre el submarinismo que Rowan tenía, quien puso los ojos en blanco.

      — ¿Puedes ir ya a la parte "Puedes besar a la novia"? —se burló.

      —Eres una idiota impaciente. —resopló divertida de que las intenciones de Rowan para refutar en su contra se vieron interrumpidas cuando volvió a hablar: —Bueno. Ya habiendo dicho todo lo que necesitan saber y que estoy segura de que a las dos les quedó claro... —las apuntó a las dos—... ¡Espero que disfruten mucho esta experiencia juntas!

Sabrina puso su mano sobre la pierna de Rowan y enterró sus dedos. Ella no conocía el mar lo suficiente como para confiar en él y tirarse de espaldas. Rowan tomó su mano y le dio un casto beso en el dorso que la sacó de sus pensamientos.

      —Lo haremos al mismo tiempo, ¿te parece?

Ella tarda un poco en aceptar, pero lo hace con un lento asentimiento.

      —Yo les haré la cuenta regresiva en voz alta. —mencionó Amandla, ganándose la atención de la pareja y ella medio sonriendo agrega: —Todo lo que ustedes tienen que hacer es confiar la una en la otra.

Sabrina suspiró pesado. Esas palabras sonaban tan simples y calaban tan profundo. Asintió vagamente y se preparó mentalmente para lo siguiente que harían. Confiar la una en la otra. Rowan le apuntó el snorkel, recordándole que no era buceo libre y que necesitaban el snorkel si iban sumergirse más abajo de lo que sus pulmones podían tolerar.

Amandla comprobó que las dos tuvieran el snorkel puestos y, sin poder ocultar su sonrisa al verlas con las manos tomadas, comenzó a hacer la cuenta regresiva, la cual, no alcanzó a terminar del todo cuando las dos jóvenes se dejaron caer de espaldas contra el agua.

La experiencia de sumergirse bajo el agua fue algo tan mágico y especial. Más porque la mano de Rowan no soltó la suya. A través de los goggles podía ver el arrecife a un metro y nadó hacia abajo junto a Rowan cuando ésta le dio un ligero tirón. Frente a sus ojos, se encontró el arrecife de coral repleto de pececitos. Reconoció algunos como el pez sapo, el pez mandarín, el pez napoleón y el que más captó su atención fue el pez payaso.

Inevitablemente pensó en Buscando a Nemo. Ella tuvo la tentación de reír cuando se dio cuenta que no había olvidado del lugar al que se habían llevado a Nemo. 

Rowan agarró a Sabrina por la cintura cuando ella hizo un mal movimiento en el que —por muy poco— casi logra tirar la cuerda. Llama su atención moviendo una de sus manos delante de sus ojos y luego apunta hacia sus pies que se impulsaban a un ritmo distinto del exagerado movimiento que Sabrina hacía. La joven apegó a la rubia a su costado mientras se afirmaba de una roca que estaba cerca del arrecife y Sabrina, sin perder de vista el movimiento que su acompañante hacía con los pies, poco a poco aprendió cómo hacerlo.

Ya no tenía miedo de hundirse o de hacer algún mal movimiento porque ella estaba ahí. Sabrina acercó su dedo al arrecife y un pez se cruzó en su camino, rozándole el dedo con su cola, causando que ella sintiese más feliz de lo que ya se había comenzado a sentir.

Rowan vio la interacción y sintió algo trepidar en su pecho. No era miedo ni ansiedad. Ver que Sabrina realmente estaba disfrutando toda esa experiencia, era todo lo que realmente quería para ella en ese pequeño día juntas. Ella lo único que quería era hacerla y verla feliz, aunque solo durase un minuto, porque verla a ella feliz, es todo lo que necesita.

Peaches ©Where stories live. Discover now