capítulo 8 ➵ el bar

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      —Un Old Fashioned, por favor. —pidió a la barista.

      —No creo que empezar la noche con eso sea lo correcto. —advirtió Peyton.

      —Si no quieres verme, ve a bailar a la pista —le dijo, sonriendo hacia la barista para pasar una tarjeta de crédito—. Cargue aquí todos los tragos que pida yo o mi... eh. ¿Novia?

      — ¡Oye! —le gritó alcanzando a ver el nombre—. Esa es mi tarjeta.

Rowan se bebió el trago de una sola vez.

      —Lo sé. Creí que le vendría bien algo de acción —levantó y bajó las cejas con diversión antes de poner su atención en la barista—. ¡Otro Old Fashioned, por favor! —Peyton rodó los ojos—. ¿Y tú qué haces todavía aquí? Ve a bailar.

      — ¿Y dejarte sola? No. Estás loca.

      —Entonces déjame beber hasta que olvide que odio tu existencia —se encogió de hombros, recibiendo el trago—. ¿Tú no beberás nada?

      —Agua.

      —Aburrida —rodó los ojos—. Y.... puedes traerme un vaso grande de agua, por favor. ¡Gracias!

      —No es de aburrida, es porque una de nosotras tiene que ser responsable.

      —Entonces... ¿prefieres quedarte aquí parada como idiota?

Peyton rodó los ojos. Las luces resplandecían tan bonito en la piel de Rowan, que tuvo la intención de beber y besarla para que ambas pudieran culpar al alcohol. Pero no quería que sus movimientos fueran empujados por el trago. Quería que Rowan la quisiera por lo que era.

      —Si eso significa que tú estés a salvo, sí. Definitivamente me quedaré aquí. —aseguró.

Rowan se terminó su trago y la barista ya le había dejado otro listo encima. Después de haber reemplazado casi la mitad de su sangre por alcohol en el bar, tomó la mano de Peyton y la arrastró a la pista de baile. A pesar de las quejas que soltó List, Rowan insistió en llevarla y ante la ternura que le causó los pucheros que le hizo para convencerla, cedió.

Pasaron entre la gente mientras Hey Ya! de Outkast sonaba a todo volumen y empezaron a bailar. Rowan dando saltos ridículos y moviendo los brazos, deteniéndose cada cierto tiempo para incentivar a Peyton, que solo la miraba y reía.

      — ¡Muévete, List! —le animó, tomándole las manos y haciéndola bailar y girar—. ¿Puedes sentir la libertad en esta canción? Es maravillosa. ¿No lo crees?

      — ¡Te golpearé a penas estés sobria!

      — ¿Por qué? —gritó.

      — ¡Porque me has hecho bailar! —respondió en un grito.

      — ¡Pero si esto es lo mejor que te ha pasado en la vida! —animó—. ¿No?

Peyton se rio ante el arrastre de palabras de la chica y negó con la cabeza.

      —Tú eres lo mejor que me ha pasado en la vida. —confesó.

      — ¿Qué? —gritó.

      —Que casi golpeas a la chica de atrás. —mintió.

Rowan se echó a reír.

      — ¡Rowan! —la llamó, pero la chica la ignoró y decidió acercarse—. Oye.

      — ¿Qué pasa? —preguntó dejando de moverse un poco para acercarse.

      — ¿En serio me detestas?

Peaches ©Where stories live. Discover now