capítulo 17 ➵ lo que ella no sabe... aún

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La forma en que la luz del sol se filtraba a través de los álamos mientras caminaban era simplemente mágica. Toda la calle estaba llena de álamos, arbustos y flores silvestres, y si no fuera por la calle de cemento agrietada, todo sería puramente natural. Pero era un lugar increíble para estar de todos modos. Rowan sabía que le iba a encantar, así que esa fue la razón principal por la que decidió no conducir hasta allí, ella no quería perderse la reacción de Sabrina y, afortunadamente, no lo hizo.

Al final de la calle había un enorme portón de madera con números y letras que Sabrina no podía distinguir desde la distancia; sin embargo, sí reconoció una señal de advertencia y aceleró un poco para poder leer mejor lo que decía. ¡Eso era propiedad privada! Mierda.

Tan pronto como se dio la vuelta para preguntarle a Rowan dónde estaban, se olvidó de lo que iba a decir al ver lo que ella estaba haciendo, Rowan, que estaba a un par de metros de ella, estaba concentrada saltando las grietas y líneas del suelo. Sabrina sonrió enternecida, pero también nostálgica. 

Al comienzo de sus carreras les habían dicho que tenían que ser muy cuidadosas con su relación y lo fueron, pensando que si mantenían su relación en secreto sería más seguro para ambas; sin embargo, eran jóvenes y no le tomaron el peso a los términos que les impusieron. El primer término fue que ellas solo podían estar y salir juntas durante la noche, así no se preocupaban de ser vistas o seguidas por fans, paparazis o cualquier otra persona. Era durante esas caminatas nocturnas donde dejaban de tener miedo y podían ser ellas mismas frente al "mundo", un mundo que no las veía, ellas solían ponerse a jugar en la calle, en especial el juego que Rowan ahora estaba jugando. Verla hacer sola algo que solían hacer juntas la hizo sentir mal, tanto así, que su sonrisa se desvaneció.

Rowan paró de jugar cuando se sintió observada, levantó la cabeza y vio a Sabrina un par de metros lejos, mirándola. Sabrina no sonreía, solo estaba quieta y movía nerviosamente sus manos, así que decidió acercarse. Ese par de ojos azules no brillaban y parecían tristes por algo que la castaña no le tomó mucho tiempo comprender.

Inclinó la cabeza hacia un lado, sonriendo tímidamente mientras extendía su mano para invitar a la rubia a jugar y Sabrina dudó en si aceptarla o no. Miró su mano mientras los recuerdos pasaban por su cabeza, preguntándose si todo iba a ser igual que antes o si sería peor. Ella no quería volver a eso. No quería caminar por el mismo camino porque ya sabía cómo terminaba y lo odiaba.

La chica dio saltitos a las líneas para acercarse más a Sabrina, bajó su mano y apretó los labios.

      —Estás pensando que soy demasiado infantil, ¿verdad?

      —No —negó ligeramente con la cabeza—. Solo estoy preocupada por... estamos en la calle, ¿se te olvida? Las posibilidades de que nos vean aquí son infinitas.

      —Mira a tu alrededor —le indicó, apuntando con ambos brazos la calle vacía—. Somos las únicas perdedoras en la calle —ella volvió a extenderle su mano a la rubia—. Esta es una zona residencial, no hay paparazis, ni fans, ni nada de eso. Estamos a salvo aquí.

      —Qué alivio —comentó con diversión, ignorando inconscientemente lo que había dicho sobre la 'zona residencial'—. No quiero que me vean jugando un juego de raritos y menos contigo.

      —Oh, ¿te avergüenzas de mí? 

      —Sí, eso también —admitió riendo al verla arrugar la nariz. ¿Cómo alguien podía ser tan adorable? Quería apretujarla. Solo bromeo. Me encantaría jugar contigo.

Sus ojos cafés brillaron. — ¿De verdad? —indagó y Sabrina asintió, tomando su mano para jugar con ella, Rowan le dio una sonrisa antes de comenzar el juego. El juego de ellas.

Peaches ©Where stories live. Discover now