capítulo 28 ➵ ella

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"Lo sé, te volví a mentir y tienes todo el derecho a odiarme, pero tenía que ser así o nunca me iba a ir.

Te dejé ropa nueva, el regalo de Amandla está sobre la mesa y te contraté un chofer, así que puedes irte a casa a la hora que quieras.

Gracias por aceptar salir conmigo y hacer de este un día inolvidable.

Y pase lo que pase de ahora en adelante, ten cuidado, Peaches, y no olvides que te amo.

xx, Rowan."

No supo cómo sentirse cuando terminó de leer. En ningún minuto se le pasó por la cabeza que Rowan haría algo así. Dobló la carta, poniéndola de vuelta en la mesita de noche y luego se levantó de la cama para echar un vistazo a las cosas que Rowan había mencionado en la carta.

Sin mucha prisa fue al baño, se metió a bañar, se vistió con la ropa que Rowan le dejó y luego regresó a la habitación, agarrando el regalo de Amandla entre sus manos para analizarlo. Ella nunca confiaba en la gente que le daba regalos de la nada, ni siquiera en sus fans, es decir, ¿cómo vas a fiarte de lo que te da un extraño? 

Sabrina cerró los ojos y abrazó el regalo a su pecho unos segundos mientras intentaba digerir lo que estaba pasando.

Eran las 9:33 de la mañana cuando se despertó y se llevó la sorpresa de que lo que tenía entre sus brazos era una almohada y no ella, inmediatamente soltó la almohada y buscó entre el edredón el cálido cuerpo de la mujer a la que le había abierto su corazón; sin embargo, no la encontró y solo vio un trozo de papel cerca de ella. Irónicamente, eso era todo lo que había en la habitación: una carta, el regalo de Amandla y ropa nueva.

En el momento en que la llamó por su nombre y no recibió respuesta, supo que algo andaba mal. Sabrina registró toda la habitación, esperando encontrarla, incluso esperó unos minutos a que ella apareciera por la puerta y le dijera que solo había ido a buscar algo, pero eso nunca pasó. Ella nunca apareció porque...

...ella ya se había ido.

Sabrina tragó más fuerte que antes, sintiendo que se le formaba un nudo en la garganta, pero no se permitió llorar. No quería seguir llorando por ella. Caminó hasta la ventana para abrir las cortinas y luego volvió a la cama, se acostó boca abajo y miró, a través de la ventana, la vida que transcurría sin ella.

Su cuerpo permaneció inmóvil mientras un gran escándalo estallaba en su cabeza. Insultos, regaños, recuerdos. Ella cayó en su trampa, ¿cómo pudo dejar que eso sucediera? Había sido una estúpida por confiar de nuevo en ella. 

Ahora dudaba que todas las cosas que le dijo el día anterior, todo lo que planeó para ellos, todo lo que ella le hizo sentir... fueran sinceras. ¿Por qué ella le había mentido así? Desde que accedió a ir con ella, su condición era que no habría mentiras, pero incluso en eso le mintió.

De igual manera, no le sorprendía. Rowan es buena actriz, así que podía fingir todas y cada una de las emociones del mundo.

Extendió su mano para agarrar una de las almohadas y la abrazó, acurrucándose y tratando de gritar; sin embargo, no lo consiguió. Era como si sus cuerdas vocales se hubieran bloqueado. Sabrina hundió el rostro en la almohada y su corazón latió dolorosamente al reconocer el olor que estaba impregnado en la almohada, en su ropa y en su piel. Todo olía a ella y lo odiaba. 

Odiaba su olor porque solo enfatizaba su ausencia.

A pesar de que todo en ella dolía, desde sus huesos hasta su piel, fue incapaz de dejar el dolor y el llanto salir. Agarró el teléfono junto a la mesita de luz y llamó a la segunda persona que cruzó por su mente: su mejor amigo. Era bastante obvio que iba a rechazar irse con un conductor que Rowan contrató para ella, especialmente cuando no quería ni saber de ella.

Peaches ©Where stories live. Discover now