21.- LUNA ROJA

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En el Templo Encantado nos aguardaban tres seres de luz que yo conocía a la perfección.

—Mis ancestros —. Los presenté a mis acompañantes.

Molpe, Séneca y Sebastián no disimularon la impresión que les causaba el estar tan cerca de aquellos perfectos seres quienes los observan cautelosos. Sobre todo, Colin, quién miraba con insistencia a Séneca.

—Sí, es ella —exclamé.

Mi padre sonrió al tiempo que sus ojos se humedecían.

—Me hubiera gustado haberte conocido tiempo atrás —dijo sin apartar la vista de la hibrido—. Así habríamos tenido la oportunidad de aclarar todas esas interrogantes que anidan en tu cabeza.

Séneca entendía sus palabras y se abalanzó sobre él con la emoción desbordada, la noche anterior yo misma me había encargado de contarle la verdad, pero casi enseguida fue arrojada al piso. Olvidé decirle que nuestros ancestros estaban protegidos por un campo magnético. Podíamos verlos y escucharlos, pero no tocarlos. Mi hermana cayó de rodillas a unos metros de nuestro padre con los ojos abiertos de par en par.

—Lo siento, hija —se disculpó—. No tengo un cuerpo para corresponder tus deseos.

Séneca tardó en comprender lo que sucedía y me miraba en busca de una explicación más convincente. Alcé los hombros, ya era demasiado tarde. Lo que pretendía se había vuelto un imposible y tuvo que consolarse con admirar a la distancia la angelical presencia de nuestro padre.

—Lamentamos lo que ha sucedido, Kalie —. La voz de Apolo me arrancó de un estado nostálgico que había nacido al ser testigo de aquella escena.

—¿Por qué no están con ustedes? Creía que podría verlas para despedirme —comenté con la voz cortada.

Los seres de luz se miraron entre sí.

—¿Quiénes? —quiso saber el anciano.

—Mi madre y Sarah —respondí.

Los tres seres de luz lucían cada vez más confundidos y yo no entendía que pasaba.

—Kalie, llegar a este estado no es sencillo. Es una transición. El alma debe purificarse primero; solo entonces Tisha ascenderá. Mientras tanto la estaremos esperando.

—Y Sarah, ¿cuándo llegará mi hermana?

De nuevo los tres seres me miraron curiosos, como si no hallaran sentido a mis palabras.

El silencio que siguió me supo amargo.

—Eso no lo sabremos hasta que llegue su tiempo, Kalie —zanjó Apolo.

Un quejido se escapó de mi interior.

—Está viva —dije en un hijo de voz.

Sebastián y Séneca no acababan de comprender.

—¡Por supuesto! —dijo Aaron en un grito.

—¿Por qué no puedo sentirla? —quise saber. Una mezcla de horror y felicidad se esparcía en mi interior.

—Porque está débil, debajo de una losa de sal. Sarah te está esperando.

La nueva revelación simulaba un milagro, Séneca trataba de contener las lágrimas, había llevado sus manos hacia su cabeza, mientras los ojos de Sebastián brillaban como dos luceros. Una emoción descontrolada nos poseía.

El tiempo estaba en nuestra contra y no podíamos darnos el lujo de perderlo, así que ocupamos nuestro lugar dentro de La Triada y cerramos los ojos para concentrar nuestra energía en un solo objetivo: Abrir el portal.

El vuelo de la libélulaWhere stories live. Discover now