capítulo 23 ➵ timbre

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Bailee chispeó los dedos frente a los ojos de la rubia, la cual pestañeó varias veces para despertar de su trance y asintió.

      —Oh, mierda, sí... Lo ciervo- lo siento —tartamudeó, despejando la puerta—. Entra.

La chica de los ojos cafés sonrió y entró, sabiendo el efecto que había tenido sobre la rubia. Peyton se quedó mirando distraídamente el pasillo vacío unos segundos y luego cerró la puerta.

«¿Qué hace ella aquí?», se preguntó. «¿Qué vas a decirle? Fue tu culpa. ¡Mierda! Te está mirando, dile algo.», la rubia agitó la cabeza.

      —Tienes un buen lugar aquí —comentó Bailee, tratando de disipar la tensión—. No es que me sorprenda. Me alegra saber que te va bien, sé cuánto te has esforzado y lo buena eres en lo que haces.

Tomó aire mientras rascaba su nuca, sin saber qué decir, así que solo caminó hasta la cocina y Bailee la siguió de cerca. La castaña se sentó sobre uno de los banquillos junto a la isla y Peyton la miró de reojo, poniéndose cada vez más nerviosa.

      — ¿Quieres algo para tomar? —le ofreció.

      —Aceptaré un té. —dijo sonriendo, pero luego agregó: —Tenemos mucho de qué hablar.

      —Lo sé —asintió poniendo hervidor y sacando dos tazas de la alacena para dejarlas frente a la chica; sin embargo, una resbaló de sus temblorosas manos y Bailee consiguió atraparla a tiempo—. Lo siento muchísimo, en serio.

       —Solo es una taza, estoy segura de que puedes comprar más.

      —No, Bailee... No me refería la taza.

      — ¿A qué entonces?

Peyton puso la taza junto a la otra y miró un instante a la chica para luego apartar su mirada a las tazas. Su corazón latía tan fuerte que solo imploró que no fuesen audibles. ¿Qué pasaba con ella?

Agitó su cabeza ligeramente, yéndose en búsqueda de la caja de té mixto y luego volvió para ponerla sobre la mesa. 

       — ¿Por qué te disculpas? —preguntó, viendo a Peyton servir té en ambas tazas antes de entregarle una, a sabiendas de que no iba a hablar.

Peyton se giró, quedándose con sus manos apoyadas alrededor del fregadero y sin poder ser capaz de apaciguar el pánico que crecía dentro de ella.

Bailee se acercó a Peyton, quedándose de pie justo detrás de ella, así que al momento que la chica se giró para hablar, inmediatamente se sobresaltó al ver a Bailee tan cerca.

      — ¿Estás bien?

      —Sí, es solo que... —hizo una pausa, deslizándose por el costado para apartarse del exquisito aroma del perfume de la chica que le estaba nublando la mente y siguiente a ello se sentó en el banquillo que Bailee estaba antes—... Estoy sorprendida. Nunca pensé... No puedo creer que estés aquí. Es tan... raro.

      — ¿Por qué? —cuestionó con una sonrisa confundida, pero ella no le respondió, solo cubrió su rostro con ambas manos y resopló frustrada—. Tú sabes que puedes decírmelo.

      —Me siento diferente contigo aquí.

      —Oh... Me extrañaste.

      —Bueno TD. Algunas personas pueden llamarlo así.

Ella sonrió vanidosamente. —Sí... Yo también hice algo así —se burló—. Es por eso que estoy aquí.

      — ¿Me buscaste porque me extrañabas?

Peaches ©Where stories live. Discover now