Tu recuerdo y yo

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Siempre que recordaba, una molestia punzante se instalaba en toda el área de los pulmones, haciendo que su tarea de respirar con normalidad le fuera dolorosa y que su única alternativa para poder recomponerse fuera aspirar con una fuerza dificultosamente moderada que justo en esos momentos, le hacía parecer aún más ebrio de lo que ya estaba.

—No me dirigió la palabra cuándo todo terminó y tuve que llevarla de vuelta a su casa... —Joseph había terminado con la mirada perdida en un punto inexistente tras el cantinero, hablando con poca profundidad y recuperando en diminutas cantidades ciertas partes del control sobre su conciencia.

Era escasa, aunque lo suficiente cómo para discernir el sentir que le causaban sus propias palabras a causa de relatar sus propias vivencias pasadas.

—¿Y cómo se la dirigía yo si se mostró impasible en todo el camino? —Levantó los hombros al mismo tiempo que una sonrisa mordaz aparecía en sus labios. Y a juzgar por cómo se había transformado su expresión con este último gesto, el cantinero supuso que el tema le descolocaba en sobremanera, más aún cuándo notó un atisbo de resentimiento en su tono de voz—. En vez de eso, prefirió ir todo el camino viendo por la ventana que hablar conmigo. Y ¡demonios!, me hizo detestar su maldito silencio y su maldita negligencia, que inclusive la odiara a ella por no decirme en qué pensaba o en quién...

Mavi vió como Joseph tensaba la mandíbula y como se le inflaban las aletas de la nariz nada más hablar de ello, incluso creyo escuchar sus dientes rechinar pero no se atrevió a apostar. Era evidente que el muchacho sentía un inmenso rencor por el trato que Loreley le había dando, después de todo era un chico y cualquiera en su lugar se hubiera sentido desairado o si bien, humillado con ese notario cambio de papeles.

Aunque para Joseph eso iba más allá de la ofensa que le pudo haber hecho como hombre, pues a él lo que le dolía era que en realidad y posiblemente, para Loreley no había significado nada o que estaba arrepentida de lo sucedido.

El sólo recuerdo le hizo cerrar los ojos y apretar los puños con fuerza, demostrando todo ese rencor cuando inclusive continuó hablando.

—...haciéndome pensar en la veracidad de ese maldito refrán sobre que el hombre llega hasta donde la mujer lo permite, porqué si eso era lo que le hacía callar, porqué si eso era lo que le molestaba... —Mavi determinó que Joseph ya había pasado a esa fase en la que el alcohol decidía hablar por si sólo y sin ningún tipo de turbación cuando su voz se torno austera e impasible.

—Pude soportar que me dijera que había sido un error ¿sabes? Sin embargo ella decidió tratarme peor que a una golfa. —A Joseph le hervia la sangre de coraje no sólo por la actitud de Loreley, sino también del comportamiento que le hizo adoptar con ella sabiendo que incluso más tarde, él se arrepentiría—. Estaba tan enojado que entonces me propuse ya no hablarle, y no... no me importó que llegará a pensar que me era indiferente lo que había pasado, porque lo único que deseé en ese momento, fue hacerla sentir mal de alguna forma funcionará o no.

El señor de la cantina quiso decir o aconsejar lo que fuera, tenía suficientes cosas en la cabeza que podían funcionar y otras más que le provocaban incertidumbre. No obstante, al ver a Joseph determinó que no podía interrumpir de exabrupto, el muchacho estaba suficientemente adentrado a lo que expresaba cómo para detenerle con alguna que otra pregunta ocasional que rondará en su cabeza. Además, ya deducia el desenlace y concluyó que lo mejor sería dejarlo terminar de relatar su sentir fuese como fuese.

Sin embargo, Joseph hizo una larga pausa, acomodó su frente sobre la mano que tenía encima de la barra y suspiró varias veces. Daba la impresión de que conter la resignación del arrepentimiento y la vergüenza le estaba causando un inmenso sufrimiento.

Aunque a pesar de ello, retomó el relato, no sin antes suspirar una última vez.

—A los dos días siguientes ella intentó saludarme en la Universidad como si nada hubiese pasado pero yo la ignore. —Esta vez intercalo una exhalación por un suspiro para llenar de fuerza sus pulmones al mismo tiempo que sacudia la cabeza compungido—. Y ella era lo suficientemente orgullosa como para estarme rogando, por lo que no fue difícil dejarnos de hablar.

Negó varias veces, como si con eso pudiera remediar algo.

—Yo me enfoque en la chica con la que salía mientras ella se quedaba sin mi compañía y sin el apoyo de Evan. Parecía que no le importaba mucho pero en realidad, si le prestabas atención a su expresión, lucía perturbada, preocupada.

Se le secó la boca mientras la impotencia reverberaba desde su interior, y la necesidad de volver en el tiempo y remediar las cosas se manifestaba recalcitrante en su cabeza. Daría lo que fuera por poder hacerlo.

—Yo debí hacer caso a ello, debí... debí acercarme cuándo tuve la oportunidad, pero... aún estaba enojado. —Para ese entonces, el alcohol ya no le entumecia la mente ni mucho menos le funcionaba de anestesia. Aún estaba atontado por él, pero ya no le era suficiente para aminorar su pesar—. Tuve incluso una segunda oportunidad cuándo ella se me acercó a las tres semanas.

Lágrimas de remordimiento brotaban de sus ojos sin ningún agobio. La remembranza de su actuar era lo demasiado grande para desgarrar todo su interior. Había sido un completo imbécil.

"¿Ahora si quieres hablarme?", le había dicho. Y su carita de porcelana se vio aún más herida cuándo él la miró despectivo. Y eso que ya lucía cansada, marchita.

¡Que patán había sido!

Debió haber sabido lo mucho que le había costado acercarse después de lo sucedido, más aún conociendo lo soberbia que ella podía ser, sólo para con una pizca de vergüenza decirle, decirle que estaba embarazada.

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⏰ Última actualización: Aug 08, 2018 ⏰

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Un tequila para olvidar ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora