capítulo 17 ➵ lo que ella no sabe... aún

Începe de la început
                                    

Hace años, Sabrina solía ser bastante tosca y... desobediente, por así decirlo. No le importaba seguir las reglas o las consecuencias que tendría. Ella era muy diferente a como es ahora, ya que, en ese entonces ella no estaba siendo quien realmente es. Tanto así que incluso casi se pierde a sí misma por ser algo que ella no era, pero alguien le recordó que no estaba sola y que ser ella misma no estaba mal. No es que nadie le dijera eso, hubo mucha gente que se lo dijo, pero ella no les escuchó. ¿Por qué? Porque, para ella, solo había una persona en todo el mundo a quien valía la pena escuchar, así que, no importaba cuántas personas intentaran hacerla cambiar de opinión, convencerla o incluso darle una orden, nadie podía hacerla ceder, excepto ella.

El juego terminó cuando llegaron al portón de madera, pero Sabrina repentinamente se congeló al ver mejor los números y el color oscuro de la madera. ¿Por qué le resultaba tan familiar? No tenía sentido, ella nunca había estado allí, entonces, ¿por qué tiene la sensación de haber estado allí antes?

Sabrina frunció el ceño y puso sus ojos sobre ella de nuevo, dudando.

      —No vamos a irrumpir en una casa si eso es lo que te preocupa —aseguró ella, riendo al ver su expresión—. No es nada ilegal, lo prometo.

      —Es mejor que tengas razón porque si terminamos en prisión te patearé el trasero por mentir —intentó bromear, haciendo su mayor esfuerzo por verse bien, a pesar de estar sintiendo todo lo contrario.

      —No te preocupes, estaremos bien —le aseguró—. Solo sígueme, ¿vale?

Si bien ella creció con Rowan, no la conocía tan bien y eso la hacía dudar; sin embargo, tomó aire antes de rendirse y seguirla. La casa era más grande que la de ella y había juguetes por todos lados, también había dos autos estacionados frente al garaje. La mayor parte de la casa era de madera y estaba rodeada de flores, árboles, arbustos y piedras. El lugar no parecía peligroso ni tenebroso, al contrario, parecía acogedor y cómodo. Sin embargo, aunque era innegablemente hermoso, ella seguía sintiendo que algo andaba mal.

En el momento en que entró al garaje con Rowan se fascinó inmediatamente, desechando todos sus malos pensamientos sobre Rowan por un momento, por dentro todo era colorido, todas las paredes tenían dibujos y una escritura ilegible. Todo parecía hecho por una niña de 5 años y era bastante adorable. Al menos, eso fue lo que pensó hasta que sus ojos terminaron en el último dibujo.

Había una chica rubia con los ojos resaltados en azul, se parecía mucho a ella, como si fuera una copia exacta de ella... Pero maldita sea, no podía ser ella, ¿verdad? No tenía sentido. Ella nunca había estado allí antes. 

O tal vez eso no era necesario. Tal vez la razón por la que todo le resultaba familiar era porque lo había visto en alguna parte y, a juzgar por los juguetes esparcidos, los dibujos en las paredes, el ambiente hogareño y el hecho de que Rowan le dijo que allí estarían a salvo de todo el mundo; era porque eran cosas que ella ya había visto... pero ¿dónde? ¿Por qué tenía la sensación de que ya había estado allí? Y lo más importante de todo, ¿por qué ella la había traído allí?

Apretó los puños, clavándose las uñas en las palmas de las manos para mantener la calma y tratando de no darle tanta importancia a las cosas; sin embargo, se dio la vuelta para actuar con normalidad y vio a Rowan desenganchando una bicicleta de la pared. Ese fue el momento en que se dio cuenta de todo.

¡Esa era la casa de Elizabeth!

Puso una mano contra el muro que estaba junto a una puerta cerrada, sintiendo el repentino mareo invadirla a causa del ataque masivo de recuerdos y preguntas que irrumpió en su mente. Si bien a lo largo del día había podido lidiar con las cosas en su cabeza, ahora estaba resultando ser una tarea difícil de hacer. 

Peaches ©Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum