1.ACCIONES Y CONDICIONES

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Mi vida ha dado muchas vueltas hasta llegar aquí. Y no sé muy bien hacia donde derivará desde este punto en el que me encuentro ahora.  En este momento, mi vida es un auténtico caos.   El que era mi marido está a punto de ingresar en prisión y he tenido que mandar a mi hijo a casa de mis padres, en la otra punta del mundo.   Cuando creía que tenía la vida solucionada y que podía permitirme el lujo de rechazar los trabajos que no me interesaran, o incluso de no trabajar una larga temporada para cuidar a mi pequeño,  mi vida completa estalla, como cuando en el polvorín de un bergantín enciendes una mecha y las astillas del barco se esparcen por el mar hasta llegar a los puntos más recónditos del planeta, arrastradas por la fiereza de las olas.  Así me siento ahora, rota, deshecha, diseminada.



Estoy en una sala rodeada de otras once actrices.  Mi representante me ha conseguido una audición para una película. Lo cierto es que, ni me he molestado en interesarme por el guión completo. Ahora no estoy para hacerle ascos a nada. Pagan bien y necesito el dinero.  Es imprescindible que trabaje si quiero enderezar mi vida, si quiero traer a mi hijo de vuelta conmigo. Estoy nerviosa, muy nerviosa y sólo espero hacerlo bien y sobre todo dar el perfil que buscan.  Una persona, con pinta de ayudante entra en la sala donde nos encontramos.


Esto va a ir así:  os pedimos que trajerais una carpeta con vuestro book y vuestro curriculum —comenzó a relatarnos.  Inconscientemente al oír eso, apreté la carpeta contra mi pecho—. Pasaréis la prueba con la directora de casting  y os grabaremos. Ella hará la primera selección y sólo seis de vosotras quedaréis de nuevo en esta sala. Esas seis haréis una segunda prueba y de ellas, la mitad quedará también descartada. Recogeremos sólo el material de las tres seleccionadas. Después, tanto la carpeta como las tomas, serán enviadas a la que será la directora de la película y en última instancia, será ella la que decida a quién de vosotras contratará para ser la protagonista del filme. ¿De acuerdo?


De acuerdo   —contestamos todas.

Bueno,  pues vamos a ello.   A falta de otro criterio,  iréis pasando por orden alfabético   —dijo y dirigió la vista a los papeles que traía entre las manos—.  Veamos... Anderson, Jackie Anderson.

Sí,  soy yo  —contestó una rubia menudita que estaba sentada al otro extremo de la sala.

Vamos Jackie,  sígueme    (Ambas se perdieron por la puerta que conducía a la sala donde suponíamos que nos harían las pruebas).


Eché un vistazo a las que nos quedamos y pude ver que había muy poca uniformidad  entre nosotras.  Apenas la edad.  La mayoría estaríamos entre los treinta y dos y los treinta  y cinco calculaba yo;  en todo lo demás,  éramos diversas:  las había rubias, castañas, morenas y pelirrojas, más altas, más bajas, más corpulentas, más delgadas...


Las chicas iban desfilando mientras las que salían se volvían a colocar en sus  asientos. Oí mi nombre:


Taylor,  Eliza Taylor

Sí,  yo —respondí,  incorporándome de la silla.

Sígueme —me dijo.   Entramos a una pequeña sala—.   Deja en esa bandeja tu móvil , la carpeta y tu chaqueta y acompáñame    —añadió.  Yo la seguí a una sala más grande


Había echado  mano de todas mis habilidades y de todos los consejos que había  recibido, antes de presentarme a las múltiples audiciones que había  tenido que hacer a lo largo de mi carrera profesional:    llevaba un  vestuario totalmente neutro;  sabía muy bien que debía evitar la  ropa a rayas o con dibujos,  ya que suelen quedar mal en cámara,  debía evitar también marcas y publicidad en mi ropa,  ya que sabía  que a algunos directores les desagradaban.   Así que, había optado por un vaquero azul oscuro, unos botines camel de tacón medio, una blusa también azul  y el toque de maquillaje justo. Todo estudiado, ropa y maquillaje, para sacar partido a los que, casi seguro, eran los dos puntales de mi atractivo en cámara:  mi brillante pelo rubio y el azul intenso de mis ojos.   Por lo demás,  no tenía mucho más que llamara la atención;  estaba delgada, muy delgada (demasiado para mi gusto incluso, pero los últimos acontecimientos habían acabado con mi apetito),  mi estatura no era llamativa (1,68m)  y es cierto que mi escote todavía podía ser un valor en según qué circunstancias, pero no sabía si los planos que me tomarían lo incluirían o no.  Así y todo, me aseguré de que el tercer botón de mi camisa permaneciera desabrochado,  guardando mi pudor, pero enseñando lo suficiente para que la imaginación completara el resto.  Inspiré hondo, solté un suspiro y me dirigí al salón donde se encontraba el equipo.

ANTES DE AHORA(ELYCIA  AU) COMPLETAWhere stories live. Discover now