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Es viernes.

Dos días después de la visita de mamá al departamento y todo sigue igual. 

El mundo parece no cansarse del famosillo video de la novia de Harry Styles y la noticia aún aparece en las revistas y blogs de farándulas de cada día. Intento con todas mis fuerzas ignorar los comentarios, pero me es realmente imposible. ¿Cómo sería eso posible siquiera? ¿Cómo no leer algo que va relacionado a ti, a tu nombre? Eso ha sido siempre mi peor error, desde el primer momento, el querer saber que dicen de mí, que piensan, que opinan. Caer en la tentación de leer y ver por mis propios ojos sobre el que dirán sobre cada tema, sobre cada foto, sobre cada comentario que hago o que Harry hace. Claramente no es nada bueno lo que dicen de mí en este preciso momento, las cosas parecen ir de mal en peor, todo parece seguir caliente, todo en el ojo del huracán. El odio que transmiten las fans de Harry hacia mí parece incrementarse cada día, con más fuerza y con comentarios realmente hirientes.

Suelto un suspiro realmente cansada mientras apago el ordenador que está frente a mí. Me acomodo en el asiento de cuero posicionando mis codos sobre el escritorio y descansando mi cabeza entre mis manos. El dolor de cabeza que traigo encima sumado a todo el estrés que me cargo no es algo sano y claramente mi cuerpo está sintiendo todo el peso de éste. La puerta de mi oficina se abre lentamente y me obligo a levantar la vista para ver a Lauren en el umbral de la madera observándome con un brillo de lástima en sus preciosos ojos azules.

Lauren Higgins es mi jefa y amiga en la editorial. Una hermosa mujer de treinta y ocho años felizmente casada y con tres hermosos pequeños que son unos verdaderos encantos. Una mujer eficiente, decidida, responsable, dictadora pero sobre todo, humana. El día de hoy su cabello negro se encuentra recogido en una coleta alta dejando que algunos mechones le caigan sobre el frente, noto al mirarle que tiene puesto su abrigo y su bolso colgando de su muñeca derecha, ha retocado su labial y eso me da a entender claramente que se va a casa. Me sonríe antes de entrar y cerrar la puerta tras de sí.

—Deberías irte ya a casa Rose, necesitas descansar.

—Me iré en un momento, solo estaba tomando un respiro—He quitado mis codos del escritorio dejando mi espalda recostada en la silla de escritorio negra, Lauren asiente como entendiendo mi punto de vista, se sienta frente a mí antes de darme una larga mirada que claramente demuestra empatía—Lo siento—Me disculpo tontamente—Sé que no he estado del mejor ánimo estos días.

—No tienes por qué disculparte Rose. Sé que estás pasando por algo difícil y sé que no comprendo lo que sientes, porque nunca lo viviré en carne propia pero lo que sí sé, es que no debe ser nada fácil ser el centro de atención y de insultos de unas pubertas que aun sueñan con casarse con uno de sus ídolos.

—No es nada agradable por si quieres saber—Suelto un suspiro mientras me levanto de la silla y cojo mi chaqueta de vestir—Pero sé que en algún momento pasará y dejaré de ser el centro de atención.

Tomo mi bolso, acomodo mi falda y mi coleta al levantarme y recojo los archivos con los que trabajaré esté fin de semana en casa. Lauren se levanta de su asiento y me sigue hacia la puerta, espera pacientemente hasta que cierro mi oficina con llave y luego ambas caminamos hacia el elevador.

—Encuentro realmente ridículo que te juzguen por algo así. ¿Quién no le ha dado un beso a una chica? ¡Vivimos en Londres gente, eso pasa todos los días! Yo solía besar a mi mejor amiga y no era precisamente porque me gustará. Sí no porque era mi hermana y era algo natural.

—Has entender eso a las fans de Harry por favor—presiono el botón con el número -1 que nos llevará hacia el estacionamiento subterráneo y momentos después las puertas se cierran frente a nosotras—Serías mi heroína si lo logras.

Amnesia《 Libro 01 》H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora