Egoísmo

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Liam no quería ser egoísta. Sabía que lo que estaba por ocurrir era lo mejor.

No podía detener a Peter, no era justo, el hombre había sufrido mucho en ese pueblo. Además, lo que había entre ellos no era más que una relación meramente física. No es como si pudiese reclamarle nada.

Aún así, algo dentro de su pecho se rompió el día en que el mayor le dijo que se iría a Nueva York. Y los trozos de lo que sea que se hubiese roto se clavaban en sus entrañas.

— ...Am... –Alguien le llamaba, pero él estaba en su mundo.— ¡Hey, Liam!

El rubio regresó a la realidad, volteandose para ver al humano que le hablaba.

— Oh... Hola Stiles –Le saludó con voz queda.— No te escuché, lo siento.

— Es la primera vez que un lobo me dice que no me escuchó –Intentó bromear Stiles.— ¿Vas a decirme qué te ocurre?

El chico solo negó con la cabeza. No era bueno mintiendo como para decir que no le pasaba nada, pero si podía seguir negándose a hablar. En eso si era bueno.

— Está bien, lo adivinaré –Stiles pensó por menos de dos segundos.— Te enteraste de que Peter va a irse.

Liam cerró con fuerza la puerta de su casillero, con más fuerza de la necesaria. Por lo que esta rebotó y le golpeó en el brazo, haciéndole sisear.

— Ni lo menciones –Le gruñó al humano mientras se sobaba el brazo.

El rubio quiso alejarse, pero el otro le siguió.

— Deberías decirle –Le recomendó.— Dile que no quieres que se vaya.

— No puedo hacerlo, Stiles. Sería egoísta y... –Liam negó con la cabeza.— ¿Por qué te lo explico? No es como si tú entendieras cómo me siento.

El beta se arrepintió de haber dicho eso al ver la mirada dolida del otro. Stiles si le entendía, lo hacía mejor que nadie.

Liam bajó la cabeza.

— Lo siento, yo no quise...

— Tranquilo niño –Stiles le palmeó el hombro.— Ahora vete a clase.

(...)

Esa tarde, Liam fue a la estación de trenes ¿Por qué? No tenía ni la más maldita idea. Pero estaba seguro de que quizás cuando viese a Peter tendría una idea de por qué estaba allí. Por eso le buscaba como loco.

Aunque fue el Hale quien le encontró.

Se había sentado en una banca, frustrado y con el ceño fruncido. Queriendo golpear lo que fuera que se le cruzase por en frente,  y no puedo hacerlo porque resultó ser Peter.

— Liam –La voz del mayor le hizo ponerse rígido.— ¿Qué estás haciendo aquí?

— Yo...

Liam miró hacia arriba. Quedándose perdido en los ojos del pelinegro, los cuales reflejaban el más obvio cansancio. Un cansancio a la vida en general.

Entonces, el beta entendió que eso ya no tenía nada que ver con él. Así que se tragó el nudo en su garganta, se puso de pie y esbozó la mejor sonrisa que su partido corazón le permitía.

— Vine a despedirme –Dijo con una voz algo forzada.— Buen viaje.

No hubo abrazos, solo un apretón de manos y una sacudida de cabello que fue más que incómoda. Para que luego dijeran que el tren de Peter estaba por irse.

— Debo irme –Dijo el mayor.— Cuídate.

— Tú también.

Ambos se dieron media vuelta y se fueron por sus respectivos caminos. Liam procuraba no darse vuelta, a sabiendas de que si lo hacía, si veía al otro alejarse hacia el tren, no iba a ser capaz de dejarle ir.

Fue cuando escuchó a la mujer del megáfono diciendo que el tren se había ido cuando se permitió derrumbarse.

Quiso gritar, llorar y insultar a todo Dios. Pero no lo hizo. Intentó ser algo maduro y se fue corriendo hacia el bosque.

Ya eran altas horas de la noche y él seguía allí, golpeándo árboles y rocas. Golpeándolos al punto de que sus ensangrentados nudillos dejaron de sanar. Era como si todo su cuerpo se hubiera rendido.

Cuando ya ni siquieta sentía dolor al golpear un árbol. Se resignó por soltar un alarido de puro dolor y rabia.

Gritó y gritó hasta que ya no le quedó voz con la que gritar, dejándose caer de rodillas y comenzando a darse la cabeza contra el suelo.

Estaba a punto de hacerse sangrar la cabeza cuando unos brazos le rodearon, inmovilizandole los brazos y haciéndole sentarse encima de unas piernas.

Reconoció el olor del otro al instante, y casi quiso que se lo tragase la tierra.

— Se te fue el tren –Dijo con una voz que sonaba realmente forzada.

— Me bajé en el pueblo vecino –Le respondió el otro.— Vine corriendo.

— ¿Por qué volviste?

— Porque no quería que sufrieras, sería egoísta.

Y eso fue suficiente para romper a Liam. Se puso a llorar. Lloraba en silencio porque su garganta estaba demasiado forzada como para que los sollozos salieran con sonido. Aún así, su cara quedó empapada en menos de lo que hubiera querido. Mientras que sus ojos se habían vuelto un mar, y no solo por el color azul de los mismos.

— Liam –La voz de Peter sonaba seria.— ¿Por qué me dejaste ir?

Liam tardó en conseguir la fuerza para hablar.

— Porque no quería que sufrieras –Repitió la frase del otro, aunque lo hizo entre hipidos.— Sería egoísta.

El otro ni dijo nada más, solo le apretó más contra su pecho y le hizo ocultar el rostro contra su cuerpo. Sintiendo las lagrimas del otro mojar su camiseta.

— No deberías estar aquí –Le dijo, aunque sonó como si fuera un recordatorio.

— Quiero estar aquí –Le informó.— Y ahora que veo que pasas dos horas sin mí y haces daño, menos voy a irme.

Liam no pidió más explicaciones, solo se quedó allí. Escuchando el corazón del otro. Pensando en que estar disfrutando aquello era un puro acto de egoísmo.

NOTA DE LA AUTORA:

Vamo a lloras, gente. Esto es muy angsty para my body.

Piam One-ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora