Aeropuerto

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Peter estaba comenzando a considerar seriamente la idea de coger sus maletas y regresar al hotel. Ya estaba harto, llevaba tres horas esperando en el aeropuerto y ahora le decían que su avión no iba a salir hasta la mañana siguiente.

En parte era su culpa, solo a los idiotas se les ocurre viajar en víspera de navidad. Y él ahora formaba parte de ese selecto grupo de idiotas.

Idiot Squad, así deberían llamarse.

Ahora eran casi las 8 de la noche y él estaba caminando por el aeropuerto como un zombie, arrastrando detrás de él su maleta y refunfuñando cientos de palabras inteligibles.

Llevaba cinco años viviendo en Nueva York, desde que su sobrino había comenzado la reconstrucción de la mansión Hale y se había casado con Stiles ¿Loco, verdad? Pero así había ocurrido.

Ahora iba a ir a ver a la manada para pasar la navidad con ellos y la poca familia que le quedaba. Todos habían dejado de lado sus estudios para poder reunirse.

Continuó caminando mientras maldecía a cada trabajador y pasajero del aeropuerto que pasaba fuera de él. Aunque no en voz alta, lo último que le faltaba era que le echasen del lugar. Si eso pasaba, definitivamente iba a poner una bomba en el maldito aeropuerto.

Abandonó sus pensamientos y se quedó quieto en el lugar al ser chocado por un aroma demasiado conocido para él. Un miembro de la manada estaba allí, podía olerle. Aunque su aroma estana algo mezclado y distorsionado.

Comenzó a seguir el olor, intentando que no se notase la forma en la que olisqueaba el aire y dejaba que sus sentidos le guiasen hacia su objetivo.

Cuando finalmente lo encontró, se quedó sorprendido.

Una niña de cabellos rubios, no más de tres años, se encontraba sentada en una de las sillas del aeropuerto. Junto a ella se encontraba una enorme maleta negra con ruedas que era apenas más alta que la misma niña.

Peter se acercó, intentando no pareces un pervertido o secuestrador mientras se aseguraba de que, en efecto, era esa niña la que olía a manada.

Se quedó a dos metros de la pequeña y fingió que revisaba su móvil. La niña alzó la vista hacia alguien detrás de él y sonrió.

— ¿Peter Hale?

Al escuchar la voz conocida, el mayor apartó la vista de la pantalla y levantó la cabeza para ver a quien acababa de pronunciar su nombre completo. Porque no, Peter no tiene segundo nombre, sus padres fueron muy flojos como para pensar en uno.

El Hale se quedó sorprendido al ver a los ojos a la persona que se encontraba frente a él.

— Liam –Pronunció su nombre casi en un susurro de sorpresa.

El mencionado sonrió ampliamente, dejando ver unos oyuelos apenas perceptibles debido a que, obviamente, cinco años le habían hecho crecer.

— ¡Papá!

El pelinegro observó como la niña pasaba a su lado y se abrazaba a la pierna de quien, según ella, era su padre. No llegaba a más de la rodilla de Liam, era realmente pequeña.

Peter le observó de arriba a abajo mientras cogía en brazos a su hija. Liam estaba mucho más alto, quizás ahora solo le sacara una cabeza de altura comparado a cuando le conoció. Además, tenía una barba crecida pero bien cuidada y el cabello mucho más arreglado que años atrás. Su físico no había cambiado mucho, Liam siempre había tenido buen cuerpo.

— Vaya, te ves bien.

Peter se sorprendió porque haya sido el rubio quien le dijera eso.

— Lo mismo digo –Sonrió algo cohibido.— ¿También vas a Beacon Hills?

Piam One-ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora