Suegra

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Dedicado a: QueenMacCall

Liam no estaba pasando por un buen momento, estaba demasiado estrezado y necesitaba tiempo a solas. Pero ni eso le estaba ayudando.

Se encontraba sentado en el techo de su casa, abrazado a sus propias piernas, pensando en todo lo que le había pasado en los últimos cuatro días. El problema principal era que una de las ancianas más cotillas de su vecindario le había visto en el centro, en una cita con Peter, más precisamente besándole. Y obviamente la maldita vieja puso el grito en el cielo y al día siguiente todo el pueblo sabía que el niño Dunbar sabía con un hombre mucho mayor.

En un principio a Liam no le importó, le valía lo que pensaran las personas del pueblo acerca de su relación con Peter, él era feliz y eso era lo único que debía importarle. El problema fue cuando su padrastro le dijo que la anciana fue a casa de su madre a contarle, el hombre le dijo que no iba a entrometerse, pero al rubio le preocupaba lo que lo que su progenitora pudiera creer.

Desde que su padre les había dejado, Liam vivía para complacer a su madre. Con la terrible necesidad de que ella le apoyase, además de que siempre se habían contado todo, pero desde que Scott le había mordido casi no le contaba nada. Y ahora la mujer se enteraba de su relación con un hombre casi veinte años mayor.

- Liam...

El rubio tembló al escuchar la voz de su madre, la cual se estaba subiendo al techo para poder verle. Liam quiso que se lo tragase la tierra al verla comenzar a acercarse tambaleante, pero le tendió una mano para que no cayera, lo que menos quería ahora era que su madre se lastimara.

La mujer se sentó a su lado y le observó con una expresión de tristeza. Liam la miró, sintiendo como si la mirada de la otra le quemara.

- Ya te enteraste -Murmuró, pero no fue una pregunta, sino una afirmación. Por lo que su progenitora no necesitó asentir.

- Me hubiera gustado que me lo dijeras tú -Admitió.- Pero si, me he enterado.

- Lo siento -Se disculpó escondiendo el rostro entre sus brazos.

- Yo soy quien lo lamenta, hijo -Le habló con calma.- ¿Es por eso que has estado tan distante? -El menor negó.- Entonces ¿Por qué?

- Es algo complicado.

- ¿Te has peleado con alguien? ¿Estás en problemas? -El rubio volvió a negar.- Sabes que puedes contarme lo que sea.

El rubio sacó el rostro de entre sus brazos y miró a su madre, la cual le miraba con la expresión más neutral y calmada que Liam jamás había visto. Le daba más miedo que cualquier ceño fruncido.

- Te lo voy a mostrar -Aceptó.- Pero no te asustes ¿Okay? Mantén la mente abierta.

Su madre le miró con un algo de duda reflejada en su rostro, pero luego asintió con la cabeza y le miró con determinación.

Liam cerró los ojos y luego volvió a abrirlos, a sabiendas de que ahora estos estaban brillando de aquél color dorado que siempre tenían. Al ver que su madre no había gritado ni saltado del techo por el miedo, procedió a sacar sus colmillos y garras, aunque no pudo controlarlo bien y todo su rostro cambió. Haciendo que esta vez si cambiara la expresión de su progenitora.

- Santa virgen... -Jadeó la mujer ante la sorpresa.

Liam se quedó quieto mientras su madre llevaba una de sus manos a donde deberían estar sus cejas y le acariciaba allí.

- ¿Qué te hicieron? -Preguntó sorprendida.

- Me salvaron, mamá. Scott me salvó.

- ¿El chico moreno del equipo de Lacrosse? -Liam asintió.- ¿Desde cuando...?

Piam One-ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora