Capítulo veinte: Thanks god.

5K 384 8
                                    

Estábamos en el hospital, ya habías curado mis heridas mínimas en los tobillos, muñecas y cara, me cocieron la cortada de navaja que tenía en el estómago.
Ahora solo esperaba muy impaciente que Harry saliera del cuarto de cirugía, al parecer la bala había rozado un órgano y los golpes que recibió le rompió algunos huesos.
Había llamado a la madre de Harry, estaba sentada a mi lado llorando desconsoladamente, mordí mi labio mientras acariciaba la espalda de mi suegra, quería llorar pero ya lo había hecho tanto que las lágrimas no salían de mis ojos.

Él estará bien.

Me repetía eso todo el tiempo.

Él estará bien, saldrá de la cirugía y no morirá, él estará bien.

Suspiré y me levanté del asiento de la sala de espera, mi suegra me miró y sonrió como podía.

—Iré a comer algo, ¿quiere que le traiga algo de la cafetería? —Me sonrió.

—Por favor, ¿puedes traerme un café? —Asentí con una sonrisa.

Necesitaba calmarme y ella también lo necesitaba, ¿qué mejor forma que con comida?.
Caminé lentamente al ascensor, me dolía el estómago. El doctor me había dicho que debía estar en una habitación del hospital descansando, pero me negué, el simple hecho de saber que Harry, el amor de mi vida está en un cuarto de cirugía por unos huesos rotos y herido de bala me ponía nervioso, tanto que no soportaría esperar en una habitación, solo.
El ascensor llegó y entré con cuidado, apreté el botón del piso de la cafetería y este comenzó a subir.
Suspiré.
Me sentía terrible, principalmente porque sabía que él había sido herido por mi culpa y porque con lo torpe que soy no pude hacer nada para ayudarlo, me quedé en shock, ni siquiera fui yo quien llamó a la ambulancia, había sido el policía que notó primero la condición de Harry, desde ese momento me sentía devastado, vacío, en blanco, mi mente estaba en blanco, no pensaba en nada más que en Harry, las preguntas y preocupaciones rondaban en mi cabeza como si estuvieran jugando a la rueda, giraban como carrusel y me repetías las mismas preguntas una y otra vez sin tener respuesta alguna para que se fueran de una vez y aunque se fueran, las preocupaciones que tenía –si es que algo salía mal en la cirugía– me ponía nervioso.
Llegué a la cafetería y pedí lo primero que leí y el café de mi suegra, miré la hora y suspiré de nuevo. Habíamos llegado al hospital a las 20.16 de la noche y ya casi eran las 5 de la mañana. Sí, no he podido dormir nada desde que llegué al recinto, llevaban 9 horas operando al amor de mi vida sin ni siquiera haber recibido alguna palabra del doctor contándonos cómo estaba él, aunque claramente sé que su trabajo es intentar salvarlo antes de decirnos pero me ponía los nervios de punta ver cómo enfermeras salían y entraban rápidamente del quirófano con bolsas de sangre o nuevos aparatos.
Caminé al ascensor y apreté el botón del piso en donde estaba antes.

Él estará bien.

Sinceramente ya no estaba tan seguro, mis preocupaciones se volvían un huracán y me carcomían de a poco, necesitaba saber algo de él sino sabría que poco a poco me destruiría por mis propios pensamiento y caería por un acantilado haciéndome entrar en un vacío que no tiene escapatoria. Volví a suspirar e hice tronar los huesos de mi cuello. Estaba agotado, pero eso no me impediría saber de mi chico, no dormiría hasta que me den señales de que todo salió bien y está vivo, durmiendo plácidamente en una chiquita camilla de hospital.
Llegué al piso donde la señora Cox apoyaba sus codos en sus piernas tapándose la cara con las manos, exhausta, preocupada y sobre todo adolorida sentimentalmente. Me acerqué a ella y le tendí el café, me miró con esos ojos que me recordaban a mi niño, no por el color sino por la profundidad que ambos reflejaban. Aguanté un sollozo.

—Gracias querido. —Tomo el café con manos algo temblorosas y sonrió. — Deberías ir a descansar, te ves horrible. —No lo decís en mala forma, de hecho agradecí su preocupación, pero simplemente no podía descansar.

—Gracias señora Cox pero preferiría seguir despierto hasta saber algo de Harry. —Sonreí amablemente. — Iré por ahí, a algún ligar. —Ella asintió levemente y me alejé de nuevo.

Caminé al patio que estaba cerca del quirófano. Me senté bajó un árbol bebí un poco que mi café.
Inmediatamente miles de recuerdo bombardearon mi cabeza, todo recuerdos preciosos con Harry, sonreí un poco, deseaba que esos recuerdos fueran remplazados por nuevos que sean aún más felices que esos, también recordé cuando nos conocimos, recordé cuando me besó, recordé nuestra primera cita, recordé nuestra primera vez, recordé las delicadas caricias, las hermosas sonrisas. Las miradas que me proporcionaba y recordé nuestra pelea, una lágrima cayó por mi mejilla y me sentí culpa le, Harry tenía razones para llamarme de la forma que hizo ese día.

Perra.

No sabía por qué le había seguido el juego a Mason ese día, a pesar que era para molestarlo, sabía que si Harry me veía se iba a enojar, mal interpretar, se pondría celoso y agresivo verbalmente; todo eso lo sabía pero aún así seguí. También sabía que Harry en ese momento iba a buscarme para irnos juntos, sabía que esa palabra salió por los sentimientos tristes y enojados que tenía en esos momentos, vehemente me gritó y sermoneó; y tenía toda la razón, que mal que no me di cuenta antes, habría evitado todo el embrollo en el que me había metido, todo el embrollo que hizo que Harry saliera herido, todo por mi culpa.
Más lágrimas cayeron.
Quiero que este bien, en serio lo quiero, quiero disculparme por mi egoísmo, quiero reconciliarme con él, eso quiero.
Señor, sé que no creo mucho en ti y que xasi nunca te rezo pero esta vez lo hago echando a paradas todo mi orgullo. Por favor, salva al amor de mi vida, lo necesito conmigo, sin él yo no vivo, sálvalo por favor, pagaré por todo lo malo que he hecho pero por lo que más quiera... no me lo quite así, tenemos muchas cosas que hacer, por delante, muchos besos, abrazos, caricias, miradas y sonrisas que compartir, no te lo lleves.
Mis lágrimas no paraban de caer.
Mi teléfono vibró dentro del bolsillo de mi pantalón, sorbí los asquerosos mocos que amenazaban con salir y limpié mis ojos.
Cuando saqué el celular de mi bolsillo noté la hora y que mi suegra me llamaba, no podía creer que había estado dos horas ahí sentado.

—Señora, ¿qué pasa? —Intenté sonar lo más relajado posible.

Terminaron con la operación, Harry está estable y despierto, está preguntando por ti.

Mis preocupaciones y preguntas de rompieron como un vaso al caer de la mesa hacia el suelo. Tal como ese vaso, mi celular cayó de mis manos. Una sonrisa se escapó de mis labios.
Tomé mi celular y salí corriendo hacia el interior del hospital, pregunté desesperadamente cuál era la habitación de mi amado y cuando me la dieron salí corriendo como bala hacia allá.
Mi corazón latía rápido, quería verlo, estaba feliz y nervioso, no podía creerlo.
Entré y esos hermosos ojos verdes se posaron en mí, en dueño de esos ojos sonrió al cerme.

—Louis... —Musitó siendo interrumpido por mi abrazo, no quería que siguiera hablando, solo quería que se apegara más a mí.

—Estás vivo, estoy tan feliz, te amo... —Y caí dormido en sus brazos.

United by fate {Larry Stylinson/Omegaverse}Where stories live. Discover now