28- Un hombre mayor

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Stefan

Veo como entra a su casa con la sensación de un conteo regresivo sonando en las paredes de mi cabeza. No puedo evitar sentirlo. Y es molesto. Frustrante. Agobiante.

Es terrorífico. ¿Y qué si es así? ¿Si estos son los últimos momentos juntos?

Debo averiguar que está sucediendo ahora. Ya. Estoy cansando de esta farsa y esta sensación de desconcierto cuando de Venus y Agostina se trata. Deben contármelo confiar en mí. ¿Por qué sino no me lo contarían si es que no confían en mí?

No quiero esa tristeza, ese desconcierto y esa mirada de asumida que me dirigió Venus cuando determinó una sentencia horas más tempranas. Y lo que me aterroriza aún más es la certeza con que me lo dijo. Ella realmente cree que me alejaré, que la rechazaré y que la odiaré.

Ella lo cree.

¿Es que puede ser tan malo lo que tienen para decirme? Y, lo que me provoca cuestionarme es ¿Realmente quiero saberlo? ¿Quiero sentir todo eso que ella sentenció?

Detengo el auto a un costado de la avenida de camino a casa, saco mi celular del bolsillo de mi camisa y marco un número. Me contestan al tercer timbrazo.

- Hola- saludo- ¿Estás disponible? Quiero hablarte

La persona del otro lado de la línea permanece en silencio por unos segundos, de repente, contesta- ¿Para qué, exactamente, quieres hablarme, colega?

Suspiro amedrentado e histérico- Lo sabes, Faith- tomo una bocanada de aire- Tú lo sabes.

Le toma su tiempo contestar y con la espera, mi corazón repiquetea con la adrenalina a mil- Esta bien. Ven a buscarme, te espero- y corta.

Me quedo miranda hacia la avenida y los autos que van y vienen. Estoy perdido.

Tendré lo que necesito pero, no sé, si lo que quiero.

Juntando coraje, enciendo el auto y en menos de quince minutos me estaciono en la casa de ladrillos de Faith. Ella sube al auto, me saluda y me indica que vayamos a un lugar que no conozco.

Al detenerme en el mirador, apago el motor y la radio nos envuelve. Es lo único que llena el ambiente. Eso y la tensión palpable.

- ¿Puedo?- cuestiona e indica los controles de la ventanilla del copiloto. Asiento y ella la baja- te mentí- comenta mirándome de frente. Confundido, la observo- Venus y yo hemos sido amigas desde que nos conocimos en una clase de educación física. Desde ese momento, congeniamos y empezamos a hablar y a salir juntas. Ella iba a primero para ese entonces y yo, en tercero - sólo la observo y escucho en silencio. Debido a que estoy en contraluz mi rostro está en lo oscuro pero, el de ella, no. Se ve cada gesto y cada emoción que la invade.

Sonríe cálidamente- en los recreos veía, como ella y tu hermana estaban juntas e iban de aquí para allá. Venus me contaba que podían charlar de todo y que era genial. En quinto año, la situación en casa no era buen así que, me cambié de colegio y terminé yéndome de aquí hacia Salta, donde tú y yo nos conocimos- me regala una sonrisa- allí nos hicimos amigos y me contaste que tenías dos hermanas y un hermano y, que casualmente, conocía a una de ellas.

- Nunca me contaste que los problemas en tu casa venían desde tan chica- interrumpo

Tristemente sonríe- No quería que nadie se burlara de mi mamá como zorra y mi hermano drogadicto que roba- abro la boca para decir algo pero con un ademán de mano, me corta de raíz- En fin, a pesar de todo, seguí en contacto con Venus. Hablábamos de lo que nos pasaba a cada una pero, de repente, empecé a notar que me ocultaba algo y cuando se lo preguntaba, me lo negaba.

All inclusive, nenaWhere stories live. Discover now