Papi ¿Jugamos? (R#2)

39. Llámame Cely

Cely

Una culpa recorre todo mi cuerpo, cuando veo que Ian termina de encestar, para luego sus ojos llenarse de lágrimas.

Aunque la maestra fue la que insistió en que jugará, yo fui la que dije qué él fue capitán de su equipo de básquet en secundaria y ahora me siento la mala de una película.

Seca sus lágrimas y avisa.

—Yo sólo... voy a salir un rato. —camina afuera del colegio.

Le digo a la maestra que se quede con Félix y lo sigo. Al salir del establecimiento, lo veo apoyado con su espada sobre la pared y su mano está sobre su cara. Se ve tensó, parece que intenta detener la mala sensación.

—Lo siento, hable de más —digo preocupada.

Quita la mano de su rostro y me mira, sus ojos están cristalizados, puede volver a llorar en cualquier momento.

No me gusta verlo así.

Fuerza una sonrisa.

—No fue tu culpa... —suspira —yo soy el idiota que se queda en el pasado —una lágrima se le escapa y enseguida la limpia.

—Usted no es idiota, sólo estaba muy enamorado. Creo que Anastasia era una mujer afortunada —sonrío.

—Anastasia era mi todo y ahora no soy nada —vuelve a suspirar.

—Una relación de muchos años —acoto.

—Secundaria —agrega.

—Ya veo... Cierto, muchos años —repito —pues... ¡Con razón! Anímese, no creo que ella quisiera verlo así.

—Eso dice mi psicoanalista —exclama pensativo.

—Ah entonces dije algo mal —me lo pienso —porque Sarah me dijo que tú psicoanalista no sirve.

—¿Eh? —se sobresalta volviendo de sus pensamientos —¿Qué te dijo Sarah? —parece nervioso.

—Nada, que estuvieron hablando y eso, que no le gusta los consejos que te da ese hombre —le aclaro. Suena que hay algo más, pero lo ignoro.

—Ah —dice a lo bajo y vuelve a su mente.

—¿Se siente mejor? ¿Quiere un vaso de agua? —ofrezco.

—Me sentiría mejor, si dejarás de tratarme de usted —sonríe más natural y eso me tranquiliza.

—No hasta que me llames Cely  saco la lengua.

—Entonces... Cely ¿Me puedes tutear?

Me sonrojo y siento que mi corazón se acelera ¿Escuche lo que creo que escuche?