30. La cita con Sarah (2/2)

7.4K 585 26
                                    

Camino con Sarah fuera del restaurante, nos paramos delante de mi auto.

—Te llevo a tu casa —ofrezco.

—No. Vivo demasiado lejos —exclama de manera tímida —además, su chica se enfadara conmigo —se ríe.

—No es mi chica y encima, ni me registra —aclaro.

—Ya entendí, ya entendí... —repite —pero... deme una pista ¿La conozco?

—Sí —esto se vuelve incómodo aunque... —. Tienes razón, debería decirte.

—¿Eh? ¿Va a decírmelo? —se sorprende.

—Me sentiría mal si no lo hiciera, pero debes prometer que no se lo dirás a nadie —digo determinado.

—Te doy mi palabra de profesional —sonríe.

—No hagas eso que aún no tienes el título —hago una mueca.

Se ríe.

—Entonces, palabra de... —se lo piensa —¡Secretaria! Porque las secretarías guardamos muchos secretos de nuestros jefes —vuelve a reír.

—Te lo digo directo entonces...

—¡Espere! —me detiene —¡Yo adivino! —me guiña el ojo.

—¿En serio?

—Sí, ahora quiero pistas ya que la conozco. Por ejemplo ¿Qué color de cabello tiene?

—Castaño.

—¿Humor?

—Muy animada, aunque ahora no tanto —digo avergonzado.

—¿Trabaja para usted?

—¿Eh? Sí.

Se lo piensa más.

—¿Fuera de la empresa?

Me sorprendo y me pongo nervioso.

—Sí.

—¡Listo! Ya sé quién es.

—¿Eh? ¿Sí? —me sonrojo, no puede ser.

—¡Es Cely! ¡¿Estoy en lo correcto?! —pregunta entusiasmada.

—¿Por qué tanto ánimo? —estoy confundido.

—¡Lo sabía, lo sabía, lo sabía! —festeja, parece demasiado contenta —Ahora hay que deshacerse de Joseph  exclama con cara maliciosa.

—¿Por qué dices eso? — expreso desconcertado.

—Mi prima tiene mala suerte con los hombres, siempre termina saliendo con idiotas y el cretino de Joseph no es la excepción ¡¿Tres años de relación absurda?! —exclama molesta —Cuando al fin se decide a terminarlo ¡Puf! Bombo —dice así refiriéndose al bebé —. Un niño es una bendición pero, ese alcohólico y aburrido, no la merece ni a ella ni al peque, es injusto —luego sonríe —por eso yo me desharé de él.

Me río.

—Que maquiavélica sonaste.

Levanta el puño.

—Usted arregle sus frustraciones y yo me encargo del resto.

—No, espera, yo no he dicho nada —exclamo alarmado —y tú no dirás nada —la señalo —lo prometiste.

Hace puchero.

—¡Ufa! —luego sonríe —Yo haré que lo admita.

Una persona más intentando que admita cosas y la próxima me encierro en mi casa para nunca salir más.

Papi ¿Jugamos? (R#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora