【Segunda temporada de "¿Quién es mi Padre?". Si aún no lees la anterior no sabrás lo que está pasando, y te recomiendo no sigas leyendo porque puedes hacerte auto-spoiler. Puedes encontrarla en mi perfil.】
-Debes elegir, no tienes opción. -
-¡No hay...
–¿De verdad vamos a dejarla encerrada en la torre...? –
Los 10 vampiros estaban en el salón. El eclipse comenzaba en cuestión de minutos.
–Es la primera vez que veremos como se pone en el eclipse... –dijo Reiji – Además ella pidió que hiciéramos eso.
–¿Y si pasa lo de la última vez...? Alguien intentó matarla... –dijo Subaru
–Ella se pondrá violenta en el eclipse. Sería un suicidio ir hacia ella... –respondió Reiji – Por el momento no se acerquen a la torre hasta que pase.
–Es mejor que todos nos quedemos aquí. –dijo Ruki y los demás asintieron a regañadientes.
[...]
–Estúpido eclipse... que pase a esta hora de la madrugada... No me dejará dormir... – Yukina se levantó del suelo resignada y se acercó hasta una ventana que estaba rota. – Éste lugar parece haber sido abandonado hace tiempo... Todo aquí esta muy viejo y descuidado.
Yukina posó su vista al suelo y recogió un vidrio hecho trizas. Lo alzó fuera de la vantana e hizo que coincidiera con la luna. Por un momento se vio reflejada en el cristal y su cabeza empezó a punzarle, por lo que la peli-coral retrocedió cortándose el pie con algunos vidrios -aunque no se dio cuenta, pues le prestaba mayor atención a su migraña- y cerró los ojos.
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–¿¡Quién mierda eres!? –
–Tch... te libraste esta vez, pero te mataré algún día. –
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Para cuándo Yukina volvió a abrir los ojos todo se había oscurecido. El eclipse había empezado.
Instantáneamente alzó el vidrio que tenía en la mano derecha y se hizo un corte medio profundo en su brazo izquierdo, bebiendo su propia sangre; pues su garganta quemaba y estaba horriblemente sedienta.
Quería detenerse. Debía detenerse. Pero no podía hacerlo. No se quedaba satisfecha, y como se lo habían dicho su sangre era tan dulce y adictiva que no podía dejar de beberla.
–Ya detente... – sintió una mano cálida tomar su brazo y alejarlo de ella.
–¿Quién... eres...? –
–Lo siento... perdón... tengo que asesinarte... –
–¿Eh...? – Debido a la pérdida de sangre, Yukina escuchaba todo distorsionado y su vista se había tornado borrosa, por lo cual no podía identificar a aquella persona.
