Cara [Inazuma Eleven]

⚽Otto⚽

Intenté recordar lo que había pasado el día anterior, pero mi memoria fallaba cuando trataba de rememorar lo ocurrido tras la comida con Axel.
Podía recordarle hablando, y el cálido aroma de la sopa que no dudé en tomarme...

Después de eso todo está negro.

Sabía que era domingo por la pantalla de mi móvil, la cual brillaba sobre mi mesita de noche. Y también supe en aquel momento que yo no había llegado a mi habitación; al menos, consciente.

Suspiré cuando por fin entendí lo que había sucedido, y no pude más que salir de entre las mantas para sacarme el calor que me golpeaba de repente.
Me moví un poco por la habitación y comprobé con gusto que ya no sentía la sensación de ingravidez; mi temperatura por fin rondaba la normal y sentía de nuevo la necesidad de hacer algo.

Pero no me atreví por miedo a volver a caer.

Así que tomé rumbo al salón, en el que Celeste se encontraba; con expresión aburrida y mirando de vez en cuando la puerta.

-Oh cariño, hoy no va a poder ser. Pero mañana saldremos, y daremos una vuelta super grande; ¿de acuerdo? -La perrita asintió, dándome la impresión de que me entendía; mucho más de lo que podía imaginarme.

Tras ese pensamiento avancé a la cocina, con un rugiente deseo por comer; y al comprobar la hora en el reloj pude ver que no eran ni más ni menos que las dos y media. «Un poco tarde para desayunar...»

Comprobé en la nevera que hubiera algo para almorzar, y al no encontrar nada me giré entristecida; dándome cuenta en ese instante de la pequeña olla que había en el centro de la isla.

Me acerqué a ella y pude ver que estaba llena de la sopa de Axel... Lo cual creí que era una ilusión, sinceramente. Mas luego recordé la gran olla que había preparado y no dudé en que hubiera sobrado todo aquello.

La agarré por las asas y moví a uno de los fuegos para calentarla... Una costumbre que se me hacía ya natural.
Cuando alcé la olla pude ver como un trozo de papel, el cual estaba apoyado en la olla por el lado contrario al que me encontraba; cayó de forma que pude distinguir en él algo escrito.

No dudé en cogerlo en cuanto solté el recipiente, y lo desdoblé varias veces para poder leerlo con comodidad.

Todavía queda bastante. Cómetelo todo o me veré obligado a volver.

Axel

«¿Quién se cree que es él para decir eso? Lo dice como si esta fuera su casa... Aunque en parte es mi culpa por decirle aquello... Ya no sé qué pensar».

Así que ese día, un domingo de lo más aburrido, lo dediqué en su totalidad a ver la televisión y ponerme al día con las redes sociales.