Capítulo 12: Destruyéndonos.

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Capítulo 12: Destruyéndonos.

"Hay dolores que matan: pero los hay más crueles, los que nos dejan la vida sin permitirnos jamás gozar de ella" - Antonie L. Apollinarie Fée.

No recordaba que aquello fuera tan mal, que su cuerpo reaccionara de aquella manera, que su instinto le hiciera perder el control, y el calor, Lowell no recordaba sentir aquel calor y necesidad en sus antiguos calores, debió ser la poción, aquella que lo intensifico al máximo, que le hacía sentirse tan mal, ella no recordaba tanto desear la piel de alguien más y sin embargo su lobo interior arañaba la superficie cada que estaba con Jay, cada que le olía.

Un día más para su horrendo calor, ya no soportaba aquellos dolores abdominales, la sensación de sofocación todo el tiempo, la necesidad de estar cerca de Jay, de sentir su piel, Lowell se sentía fatal sus piernas fallaban cada que una nueva ola de calor le golpeaba nuevamente agradeció que no estuviera tan mal como para hacerle perder días de estudio, ella no asistía a clases pero andar por el campus en medio de un calor era demasiado incomodo, por suerte o desgracia aun no sabía bien especificarlo, Jay tenía todo el día ocupado, así que ir a la biblioteca por un solo libro que necesitaba no debía ser nada difícil.

Lo fue totalmente, pues cuando logro salir una nueva ola de calor le golpeo jadeo un poco al sentir como su cuerpo pedía a gritos el de su compañero el sudor en su frente y su rostro marchito ayudaron a que sus compañeros le enviaran miradas de pena, enfermedad creían ellos, locura pensaba ella, como pudo se encamino sosteniéndose de la pared hasta llegar detrás de la biblioteca, solo para esperar a que pasara aquella ola, una de las peores pues normalmente podía andar como si nada.

Apenas estaba regulando su respiración, levantándose del suelo para emprender su camino nuevamente cuando dos fuertes brazos le empujaron contra la pared del edificio.

- ¿Jay? – al abrir los ojos pudo distinguir al árabe aquel que se había inclinado para aspirar el aroma en su cuello, dientes pronto se sintieron contra su garganta asustándole – ¿no deberías estar en clases? – cuestiono porque efectivamente ella memorizo el horario de Jay y sabía que debía estarlo, algo no estaba bien.

- No puedo dejar de pensar en ti – murmuro el joven, lamiendo lentamente la capa de sudor en su cuello – sentí tu olor y simplemente vine – sus manos le tomaron por la cintura para pegarle más a el atrayéndole, sus caderas chocaron y Lowell pudo sentir la firme erección de Jay contra ella estremeciéndole.

Aquello estaba muy mal, Jay no debería ser capaz ser olerle, no desde tan lejos, el hechizo definitivamente si era muy potente pero en aquel momento ella no estaba preparada, no podía soportar ser tocada de aquella manera, no, ella debía tener más tiempo, necesitaba estudiar el libro, no quería.

Las manos de Jay subieron por sus largas piernas la falda aquélla que empezaba a usar por pedido del chico fue fácilmente levantada, pronto se vio levantada de las caderas para ser fijada en la pared, quedando a merced del chico.

- ¡Jay! – empujo ella los hombros del joven para sacárselo de encima - Jay... para – pidió nuevamente, pero la ola de calor le hizo perder su fuerza, aquella con la que podía dominar al chico -¡¡¡JAY!!! – grito con verdadero miedo mientras el joven gruñía en su garganta enterrando sus dientes, sus manos vagando por sus piernas subiendo hasta intentar desprenderla de su ropa interior, Lowell quería llorar, eso no debía pasar, no así, no cuando no podía defenderse por el estúpido calor.

- ¿Qué diablos Jay?, aléjate de ella – el cuerpo sobre ella pronto fue alejado, cayo entonces al suelo agitada en la bruma de aquel calor pudo distinguir un poco a la otra persona, Chad el príncipe idiota empujaba a Jay para sacarle del camino, sin perder aquella oportunidad Lowell tomo su libro aquel que estaba tirado en la hierba para levantarse y salir corriendo.

LOBO CARMESÍ (JAYLOS)Where stories live. Discover now